Rubianes se había manifestado públicamente contra España y los españoles en un tono agresivo, violento, insultante.


El Ayuntamiento de Madrid ha escuchado la voz de la calle y ha decidido suspender el estreno de Pepe Rubianes en el Teatro Español. Era lo que exigía el sentido común. Rubianes se había manifestado públicamente contra España y los españoles en un tono agresivo, violento, insultante, sin ahorrar la siniestra mención a los explosivos, algo que en España no puede juzgarse como una broma. Que un personaje así viniera a ser subvencionado con fondos públicos en la capital de España era intolerable, por mucho que ahora se envolviera en la figura de García Lorca.

La decisión del Ayuntamiento de Madrid es importante, ante todo, por una razón: es la primera vez que pasa. Es la primera vez que las instituciones deciden poner coto a los permanentes abusos de quienes, atribuyéndose un bochornoso monopolio de la cultura, arrojan odio y crispación sobre la convivencia nacional. Esperemos que la medida cree escuela. Rubianes es muy libre de montar cuantos espectáculos quiera contra todos los españoles que apetezca; ya litigaríamos eso en otros foros. Pero pagar eso con dinero de los ciudadanos hubiera sido un ultraje. El Ayuntamiento de Madrid lo ha evitado. Bien está.