España está hoy gobernada por un partido históricamente criminal, conformando el frente popular de los neocomunistas de Sumar y Podemos, asesores de regímenes totalitarios del socialismo del siglo XXI en Hispanoamérica. A esto se suman los partidos separatistas de la derecha supremacista catalana y vasca, así como la izquierda de ERC, partido separatista catalán de historia sangrienta. España se encuentra tomada y gobernada por todos sus enemigos en un régimen dictatorial que ha estado gestándose durante mucho tiempo. Un elenco de criminales totalitarios que son históricamente conocidos.
Ante esta situación, el Partido Popular no puede desempeñar un papel de oposición, ya que es un partido eminentemente antiespañol desde hace décadas y un traidor constante a la nación y a una masa social que le otorgó el voto en las urnas y a la que ha traicionado en cada uno de los principios que decía defender gobierno tras gobierno.
Se trata de un partido que intenta vender la imagen de oposición, mientras, por otro lado, pacta con el partido socialista y constantemente invoca la vuelta de un «socialismo bueno». Este es el mismo Partido Popular que ha entregado el poder al autócrata Sánchez con su acercamiento y mano tendida durante la campaña de las elecciones del 23 de julio. Es el partido popular que habla solo de igualdad en esta situación, olvidando obviamente la cuestión fundamental que no es otra que España y la unidad nacional, que ya repudia expresamente y que ahora intenta blanquear al PSOE manifestando que lo importante es la inflación y no la ley de amnistía.
La Ley de amnistía para el prófugo golpista Puigdemont y sus adláteres, desde el punto de vista jurídico-constitucional, supone un evidente ataque a la división de poderes y a la Constitución, convirtiéndose en una norma claramente inconstitucional, según han declarado la totalidad de asociaciones de jueces, abogados del Estado, fiscales, abogados y procuradores en sus manifiestos recientes. También lo manifestaron no hace mucho desde ese PSOE que hoy utiliza el eufemismo de cambio de opinión para enmascarar puerilmente el enésimo engaño a sus votantes.
Desde el punto de vista político-moral, esta amnistía otorgada a los golpistas catalanes significa poner de rodillas al Estado español, declarar de forma expresa que el régimen jurídico que los llevó a ser condenados era ilegal y que tenían razón. Por lo tanto, supone de facto la aniquilación total del Estado de derecho que surge de la Constitución de 1978. Hoy, el derecho es el que quiera la dictadura instaurada por el Partido Socialista de Sánchez, y podrán hacer cuanto quieran legalmente, es su legalidad la que rige, la legalidad de Sánchez y no la constitucional.
Desaparecida la división de poderes y declarado de forma expresa ilegal el derecho derivado de la Constitución, estamos ante una dictadura, de primero de política. Lo próximo, normalmente, es la represión de los disidentes, y posiblemente no tarde mucho en llegar. Pocos contrapoderes quedan aún en el estado, algunos gobiernos regionales
y locales y personas dentro de diferentes instituciones que se muestran contrarias a esta situación.
El PSOE ha revelado su verdadera naturaleza después de décadas de simular ser un partido socialdemócrata. Ahora muestra su auténtico ADN: la esencia totalitaria, violenta y corrupta de este partido, lacra y cáncer de España, ha sido constante en su historia.
En 1936, en el cinema Europa, Largo Caballero, secretario general del PSOE, afirmaba: “No creemos en la democracia como valor absoluto. Tampoco creemos en la libertad”. Ya en esos años, España sufría las tendencias separatistas y rupturistas de fanáticos supremacistas. Lluís Companys dio un golpe de estado contra el gobierno de Lerroux y proclamó el Estat Català dentro de la República Federal Española. Cataluña se independizaba de España, una independencia que duró solo 10 horas, pues todo el gobierno catalán fue detenido y encarcelado, juzgado y condenado por rebelión a 30 años de prisión. Sin embargo, desde la prisión, Companys supo atraer los votos de anarquistas y otros izquierdistas, colaborando en la tarea del frente popular y siendo posteriormente amnistiado por Azaña. ¿Les suena?
El régimen político surgido de los consensos y pactos de convivencia de 1978 se sostenía en dos cuestiones: el equilibrio entre neo izquierdas y derechas, que pronto derivaron en un bipartidismo de poder al estilo de las democracias socialdemócratas liberales, y el infame equilibrio de las tensiones territoriales que propició el auge de los nacionalismos periféricos de tendencia separatista. Esto es lo que ha caracterizado a España durante cuarenta años. Ha sido el sistema y la actitud de los partidos políticos, en particular del Partido Socialista y del Partido Popular, los que han mantenido en el tiempo estos movimientos independentistas, todo en aras de obtener el poder, infames maniobras que han denominado de gobernabilidad.
A esto se suma la corriente de amoralidad y desprecio por la verdad instaurada como sistema por ambos partidos, llevada al extremo y convertida en paroxismo por el Doctor Cum Fraude. Además, hay que considerar la constante influencia de la politización en todas las instituciones del Estado, convirtiéndolas en meretrices del poder, situación que el líder Sánchez ha aprovechado al máximo en estos años, acumulando el poder prácticamente en su totalidad. Ahora, todas las decisiones son juzgadas y revisadas por esas meretrices, y la opinión pública se ve manipulada por propagandistas de la infamia, que actúan como voceros y concubinas al servicio del poder establecido.
A ninguno de los dos partidos les importa España; el Partido Socialista desde su referida genética con la agravante de estar dirigido por un psicópata. El Partido Popular de la gaviota esquizofrénica no es otra cosa que una maquinaria de poder corrupta que maneja bien el sistema y el juego electoralista, adaptándose en el discurso, mutándose camaleónicamente a conveniencia solo para lograr su fin último y único: la obtención del poder. Es el mismo Partido Popular que habla de plurinacionalidades, que alaba una y otra vez a un Partido Socialista bueno e inexistente,
y es el Partido Popular que ha pactado constantemente tanto con los movimientos independentistas catalanes y vascos. Es el Partido Popular que se ha plegado a cada una de las normas ideológicas de la izquierda, asumiéndolas como propias y compartiendo la misma agenda global que aquellos, e incluso ahora trata de blanquear
al PSOE y normalizar la grave situación que vive España.
Recordemos que es el Partido Popular de Aznar el que pacta con el «chorizo» de Jordi Pujol su primera infame gobernabilidad y da al movimiento nacionalista e independentista catalán el espacio para crear, desde las escuelas, una fábrica adoctrinadora de independentistas. Después, a petición de aquellos, purga a los pocos nobles que conformaban ese partido en Cataluña.
Es el Partido Popular el que pacta con el PNV, ese partido separatista del pacto de Lizarra, uno de los tantos pactos de la colaboración de esos «curillas» con la banda terrorista ETA. «Nosotros no queremos que ETA sea derrotada, no es bueno para Euskal Herria. El enemigo no es ETA. Es el de siempre», palabras de Xavier Arzallus en 1991 en una reunión con dirigentes de ETA.
En 1991, se produce la famosa frase de Arzallus sobre el árbol y las nueces. Posteriormente, Aznar hablaba de frente de liberación vasco. Hoy, el brazo político de la organización terrorista ETA se sienta en el Congreso de los Diputados moviendo la batuta a un gobierno criminal. ¡Cuánta traición y cuánta ignominia!
Cuántos durante las primeras dos décadas del régimen del 78 advirtieron de esto que sucede hoy fueron enterrados en la cancelación social, bajo paladas de tierra de cobarde miseria y de traición.

Ricardo López Olea