Texto del observatorio de la Nación celebrado el jueves 26 de febrero


OBSERVATORIO DE FEBRERO

Estimados amigos:

Una vez asentada la actividad regular de la Fundación Denaes en esta nueva etapa, conviene no perder de vista que nos encontramos en un año electoral, donde se llamará a los españoles a distintas convocatorias electorales, como las autonómicos de Andalucía y Cataluña, en Marzo y Septiembre respectivamente, o las municipales y
autonómicas del resto de España el próximo mes de mayo. Asimismo, unas futuribles elecciones generales esperan al finalizar el año que estamos comenzando, con todo lo que ello significa. En consecuencia, este texto del Observatorio de Febrero se dedicará a analizar las propuestas que los diferentes partidos políticos están presentando a la
ciudadanía española, con especial interés en las relativas a la preservación de su unidad e identidad frente a las amenazas que sufre.

Si nos centramos en primer en lugar en los partidos nacionales de siempre, PSOE y PP, encontramos ciertamente diferencias pero la misma indefinición respecto al problema de la Nación Española y las amenazas que sufre; parecen más centrados en la economía que en la Nación Española. El PSOE pretende una irrealizable España federal, que a la
postre ataca el propio proceso histórico de formación de la Nación Española e incluso el de cualquier estado federal, formado por agregación y no por una disgregación constante de sus partes que conduce en consecuencia a su disolución; el PSOE, acuciado por una considerable crisis reflejada en los sondeos, presenta una idea de España entreguista y cobarde, condicionada a conseguir apoyos del separatismo antiespañol con semejantes cesiones federales.

El Partido Popular, pese a reivindicar en ocasiones el discurso más cercano a nuestro ideario, defiende como línea maestra de su política nacional el mantenimiento del actual status quo como mal menor, el Estado de las Autonomías que ha procurado salvar de la quiebra a cambio de unos cuantos ajustes que lo harán viable unos pocos años más; sin embargo, no tardarán las autonomías, inmersas en su voracidad lanzada a fortalecer sus «señas de identidad», en solicitar nuevas competencias al Estado, lo que planteará nuevos problemas. En el caso particular de los procesos separatistas en marcha, como es el catalán, el PP centra su discurso en la importancia de permanecer en la Unión Europea como arma para disuadir al secesionismo, bajo el discutible supuesto de que una nación de nuevo cuño desgajada de otra ya constituida no podría ser aceptada en el seno de la Unión Europea; en todo caso, la soberanía española queda desde este argumento reducido a algo marginal, siempre dependiente de terceros.

Los partidos de nuevo cuño que están siendo protagonistas en los más recientes sondeos por su auge tampoco ofrecen excesivas esperanzas respecto al tema nacional. Podemos, partido que incluso se postula al triunfo en las próximas elecciones generales, defiende en todas partes que la España que ellos aspiran a gobernar es un «país de países», no
pone traba alguna para quienes deseen ejercer el «derecho a decidir» y apuestan por un país asimétrico y plurinacional, si hacemos caso a lo que defienden sus adalides en comunidades autonómas como el País Vasco, Cataluña, Baleares o Galicia.

Por su parte, Ciudadanos, que también ha experimentado una gran subida en los últimos sondeos, decepciona con unos planteamientos que, al igual que sucede con los grandes partidos, parecen centrados única y exclusivamente en propuestas económicas. Pero, lo que es más grave aún, en la propia presentación de estas propuestas la Nación Española aparece completamente diluida dentro de una ideología que se reivindica como liberal y que defiende la supresión de cualquier barrera que coarte la libertad individual, incluyendo también la eliminación de fronteras, de naciones, y con ella a España también. De hecho, su propuesta de implantar un modelo trilingüe en la enseñanza
pública es idéntica que la realizada por el Partido Popular en autonomías donde existe implantada una inmersión lingüística en alguna lengua vernácula, un trilingüismo con el inglés de protagonista que acaba disolviendo la idea de Nación Española, una vez que el español es equiparado, cuando no reducido a una cantidad despreciable, a una lengua extranjera y a otra regional.

Los partidos separatistas antiespañoles continúan con su «hoja de ruta» sin problema alguno. Destaca el caso de la Convergencia de Arturo Mas, quien tras revitalizar su carrera política con la seudoconsulta del 9 N, ha logrado situarse en una campaña electoral permanente con su convocatoria de elecciones anticipadas para el próximo 27 de Septiembre. Con esta maniobra, Mas se garantiza tiempo más que sobrado para preparar su estrategia de chantaje al futurible gobierno de la Nación Española, que nacerá con total seguridad en minoría y al que los «convergentes» darán su apoyo siempre que se satisfagan sus condiciones, que no son otras que las de ir sumando cada vez más para llegar a la independencia.

Puestas estas bases, cabría preguntarse: ¿qué partidos políticos engranan mejor con el ideario de nuestra Fundación en su defensa de la Nación Española? ¿Cuál sería el mejor modelo de Estado para resolver las amenazas que sufre nuestra Nación?