El Gobierno de Cataluña, con su presidente Mas a la cabeza, ha planteado durante las últimas semanas una ofensiva nacionalista al Gobierno de la Nación. Tras la celebración de la Diada el 11 de septiembre, en la que se reunieron más de un millón de asistentes, el Presidente autonómico ha elevado el nivel de sus exigencias y se ha situado en una postura realmente grave para Cataluña y para el conjunto de España.
Su órdago al Gobierno de España, a las leyes, a la Constitución, a la Nación española y al conjunto de la sociedad, pone en auténtico riesgo la unidad territorial de España como hasta ahora la habíamos conocido. Entre sus reivindicaciones, Artur Mas solicita un pacto fiscal que Mariano Rajoy ha rechazado por ser incompatible con la propia Constitución, ofreciéndole, en cambio, una reforma del sistema de financiación que quepa dentro del actual marco jurídico.
Sin embargo, al Gobierno de Cataluña no le parece suficiente y ha anunciado ya su intención de convocar elecciones anticipadas, hacer extensivos los anhelos de la celebración de un referéndum sobre la independencia de Cataluña a su programa electoral, llevar al Parlamento catalán una declaración de independencia y acentuar aún más su postura en torno a una posible secesión de Cataluña.
Con estos mimbres, consideramos que estamos en una hora delicada para España, en la que nos estamos jugando no sólo el cumplimiento de las leyes -fruto de la voluntad popular-, sino también la integridad de la Nación española -fruto de un recorrido histórico mucho más antiguo que la Constitución de 1978-. Una hora delicada en la que no podemos evitar que una parte de la sociedad catalana reclame la independencia, pero que consideramos inaceptable en el caso de un presidente autonómico, que debería representar, únicamente, la figura del Estado en una u otra comunidad, sin ensoñaciones ni iniciativas encaminadas a dinamitar España desde dentro.
Tras más de 30 años de pretensiones nacionalistas en Cataluña y en el País Vasco, hoy asistimos a la partida decisiva en el tablero de nuestra Nación. Desde que en la Transición se diera un paso adelante, mediante la invención del Estado autonómico, con la intención de que vascos y catalanes pudieran llegar a sentirse parte activa e integrada de España, la realidad es que ese camino ha sido más bien corto. A pesar de los esfuerzos del conjunto de los españoles, que han tenido que presenciar permanentes ventajas ofrecidas a estas Comunidades en detrimento de las demás, y sobre todo en detrimento del Estado, hoy realmente residual, ahora la ofensiva secesionista en Cataluña está más viva que nunca, lo que certifica el fracaso rotundo del actual Estado autonómico.
Perseguir una quimera, en palabras de S.M. el Rey, ha sido una constante tanto en Cataluña como en el País Vasco. Sin embargo, debemos reconocer que esa quimera ha sido alimentada por los sucesivos Gobiernos nacionales y autonómicos, que una y otra vez, en el caso de los primeros, han cedido ante las ambiciones secesionistas, y, en el caso de los segundos, han sido cómplices, cuando no instigadores directos, de dichas exigencias. Hoy, aunque pese, no tenemos otra cosa que la que nos hemos buscado entre todos.
Las soluciones a esta ofensiva nacionalista son complejas llegados a este punto, donde no es lo mismo apagar una mecha que sofocar un incendio. Si bien el artículo 155 de la Constitución prevé que “si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general”, realmente es poco probable que el Gobierno de la Nación llegue a aplicarlo.
Pero no podemos cerrar los ojos y quedarnos de brazos cruzados mientras se firma la defunción de España o la amputación de uno de sus miembros. La Nación española ha soportado embestidas peores, de las que hemos sabido salir triunfantes y unidos, algunas veces más que otras. Los españoles, y sobre todo la clase política, debemos ser conscientes de que lo que está en juego ahora es mucho más que las cábalas sobre el Euro, las empresas afincadas en Cataluña, el PIB, la renta per cápita, las opiniones de la Unión Europea acerca de la viabilidad de su Estado propio, el porcentaje de impuestos o las conveniencias económicas; es mucho más, aunque todo esto resulte importante. Se trata de la unidad de España, de nuestra Historia común, de una ofensiva que tiene como fin último la aniquilación de España como Nación, y a la que no podemos ceder.
De este modo, creemos conveniente realizar las siguientes preguntas para su debate: ¿Será capaz el Gobierno de Artur Mas de dar el paso definitivo hacia una declaración de independencia de Cataluña? ¿En el supuesto de la celebración de un referéndum en Cataluña, votarían mayoritariamente los catalanes a favor de la secesión? ¿Cuál debe ser la postura del Gobierno de Mariano Rajoy en torno a esto? ¿Nos encontramos ante el momento más delicado de España? ¿Camina España hacia un estado federal o confederal o, en cambio, esto repercutirá en la adopción de un Estado más centralista en un futuro no muy lejano? ¿Qué soluciones a corto plazo podrían adoptarse en Cataluña para reducir las ansias nacionalistas de los catalanes? ¿Es éste un camino sin retorno?
Los lugares donde se celebrarán Observatorios el jueves 28 de junio a las 20:00 horas son: COLLADO VILLALBA: Edificio Peñalba. C/Doctor José María Poveda GRAN CANARIA: Calle Víctor Doreste Nº 12 Carrizal, Ingenio. JAÉN: Salón de Actos de la 5ª Planta de la Universidad Popular Municipal de Jaén. Avenida de Andalucía 47. MADRID: Centro Riojano: C/ Serrano nº 25. MAJADAHONDA: URB.»Las huertas»/Chalet social/c/Las Huertas nº1 (Charaima). MURCIA: Cafetería Cónsul, 1ª planta. Avenida Libertad, edf. Cónsul, bajo. OVIEDO: Fundación Gustavo Bueno: Avda. de Galicia 31. SEVILLA: Hotel Hesperia: C/ Eduardo Dato 49.

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