“Vamos a seguir espigando todo lo que podamos, pero a esta legislatura venimos a segar”. Con estas palabras finalizó su intervención en el debate de investidura la portavoz de BILDU en el Parlamento de Navarra el pasado 14 de agosto. Investidura de la socialista Chivite que fue posible en una segunda sesión al día siguiente, festividad nacional, por mayoría simple de 21 votos en una cámara de 50 escaños, gracias a la abstención de BILDU. Formación que también fue la llave de gobierno en la pasada legislatura, imprescindibles para sacar adelante cuatro presupuestos y cuyo apoyo han sabido rentabilizar en las urnas, al convertirse en la tercera fuerza política del parlamento, adelantando por la derecha a la marca peneuvista en la región.

Vienen a segar, y la representación de la hoz y la guadaña es inevitable. Toda una declaración de intenciones pues, una vez colmadas buena parte de sus reivindicaciones, con los presos etarras en las cárceles del País Vasco y Navarra, el siguiente paso es exigir su amnistía y la autodeterminación que aniquilaría la vieja Navarra.  BILDU no va a renunciar a nada y exigen hablar de todo, sin más límites que “el respeto, la serenidad y la responsabilidad”. Pasando por alto que las principales líneas de su ideario son frontalmente contrarios a la Constitución, que proclama la indisoluble unidad de España y la Monarquía parlamentaria como forma política del Estado, nimios detalles que no impiden al partido socialista apoyarse en ellos. Pero el desprecio a la ley, a la vida y a la memoria y dignidad de tantas víctimas, no es algo que deba sorprendernos, habida cuenta del pasado criminal al que está ligado este partido.  

Los que vienen a segar, antes tuvieron que arar y sembrar, tareas a las que se entregaron pacientemente, durante las últimas décadas, con la connivencia del bipartidismo, cegado por un ingenuo cortoplacismo, que les ha permitido crear las condiciones óptimas para la germinación de las plantas que pronto darán sus frutos. Y en ese sentido, en las últimas legislaturas, los respectivos ejecutivos forales han mantenido una hoja de ruta decididamente favorable a los intereses de un separatismo excluyente, favorable al blanqueamiento y a la legitimación de los objetivos de los herederos de la banda terrorista. La agenda política del gobierno foral de coalición ha dilapidado demasiados recursos públicos para dar servicio al separatismo, y el despilfarro de la política lingüística es solo un ejemplo que lo pone de manifiesto, un instrumento que no persigue otro fin que alimentar la falacia de la república vasca, fuente mágica de la que brotará el bienestar y la felicidad de la ciudadanía.

Probablemente, en toda la democracia no hayamos vivido un momento de tensiones territoriales y desafección política por parte de los ciudadanos como el actual, con una amenaza real de quiebra de la unidad de la nación española. Pero con una clase política al mando que, salvo algunas excepciones, no es capaz de identificar los verdaderos peligros a los que nos enfrentamos, preocupada principalmente en asegurarse prebendas y sustento a cuatro años vista, el panorama es desolador. Tanto Chivite como Sánchez han elegido de aliados a los enemigos de España para poder seguir ocupando un sillón, y sentarse a negociar con los que pretenden el desmantelamiento de nuestra nación y la amnistía de sediciosos y asesinos constituyen una de las peores corrupciones posibles, aunque no delictiva sí de las más dañinas para la democracia.

La conformación dada a la Mesa del Congreso y cómo se han alineado los bloques que determinarán el resultado de la sesión de investidura, señala que la gobernabilidad de España dependerá de los protagonistas del golpe de Estado separatista. Y aunque Puigdemont ha llegado a afirmar que Sánchez meará sangre si quiere alcanzar un acuerdo de investidura con Junts, exigiendo la amnistía para los presos del proceso separatista y el referéndum de autodeterminación, junto a una extensa lista de deseos para liquidar el Estado en la región, también ha puesto sus votos y buena disposición aupando a la candidata socialista a la presidencia del Congreso.

BILDU viene a segar, desconocemos si la referencia al libro del Apocalipsis de la parlamentaria foral, Laura Aznal, ha sido casual o premeditada, pero como en el día del juicio, en tiempo de siega se recogen los buenos o malos frutos, consecuencia de las buenas o malas obras, y si nadie lo remedia, no habrá justicia, ni divina ni humana, para los asesinos y corruptos.

 

Sara Baigorri