La Razón
Al gobierno de CiU no se le acostumbra a colgar la etiqueta de «bipartito». Es una suerte porque este nombre recuerda demasiado al anterior «tripartito», un ejecutivo que, definitivamente, será recordado por su tormentosa vida interna. Los gobiernos de coalición no pueden escapar de las polémicas internas y el de CiU no es excepción. Sólo hay que comprobar de qué manera están afrontando los miembros del Govern la celebración de la próxima Diada. El conseller de Interior, Felip Puig (CDC), lo hace de la siguiente manera: «La Diada es una gran oportunidad para expresarse a favor del pacto fiscal y de la independencia».
Sus declaraciones de ayer constrastan con las de la vicepresidenta de la Generalitat, Joana Ortega (UDC), que esta semana pidió a los sectores independentistas que aparquen las reivindicaciones soberanistas y que se centren en reclamar el pacto fiscal. «¿O pacto fiscal o independencia?», le preguntaron a Ortega, y la vicepresidenta respondió que no se puede avanzar a «pasos agigantados». Es decir, que mejor dejar para otro momento la idea de separarse de España.
El papel del Gobierno
Puig, en cambio, no quiere limitar las expresiones independentistas esta Diada. Al contrario. «Es evidente que la fiesta nacional de Cataluña es una magnífica ocasión para la renovación del compromiso de todo un pueblo con la voluntad de ser con ir consiguiendo paulatinamente el máximo nivel de autogobierno», dijo.
El conseller de Interior, uno de los dirigentes más destacados del sector soberanista de Convergència, también consideró que la reivindicación de un nuevo pacto fiscal –principal objetivo del Govern de Artur Mas esta legislatura– es perfectamente compatible con ir abriendo paso al movimiento independentista.
De hecho, Puig se alineó con el secretario de Organización de CDC, Josep Rull, y también opinó que un eventual rechazo del Gobierno al pacto fiscal favorecerá el crecimiento de los partidarios de la independencia.
Entretanto, CiU tiene el desafío de colocarse detrás de una pancarta en la Diada que aglutine al mayor número posible de organizaciones sociales y políticas. A los nacionalistas, pese a creciente proximidad a las tesis soberanistas, les costará situarse detrás de una consigna que reivindique el Estado catalán. Preferirían dar mayor protagonismo al pacto fiscal.
El alcalde de Barcelona, Xavier Trias (CDC), terció en esta cuestión y lo hizo con la clásica ambigüedad que ha caracterizado a su partido durante años. «La manifestación de la Diada tiene que ser lo más unitaria posible.», dijo el alcalde, que consideró que sería «tristísimo» que se produjera una división del catalanismo.
Trias evitó más polémicas y afirmó que «cada uno se puede posicionar como quiera dentro de una misma convocatoria». De esta manera, esquivó pronunciarse explícitamente a favor de un lema independentista.
El Gobierno, una «fábrica de soberanistas»
El conseller de Interior, Felip Puig, tiene una tesis para explicar el auge del independentismo en Cataluña y es que el Gobierno es completamente insensible a las demandas del catalanismo político y, por tanto, da alas a los partidarios de romper con España. «Claro que sí, ¿qué piensan? Pero si sólo hace falta escuchar a Montoro, a Cospedal y a Rajoy para ver que son una fábrica de independentistas», afirmó el conseller. Según Puig, las manifestaciones de los miembros del Gobierno sumadas a otros elementos como la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut y las opiniones de ciertos medios de comunicación y de sectores intelectuales «hacen crecer cada vez más esta sensación de incomprensión y de intentar encontrar salida a esta voluntad de ser». Según Puig, sólo la consecución de un nuevo pacto fiscal para Cataluña permitirá reconducir la situación. «Si hay concierto habrá una perspectiva de entendimiento más razonable con el Estado», dijo el conseller como promesa para frenar los aires soberanistas.