
Así tituló Goya uno de sus más famosos grabados en el que se recoge una escena de las tantas que debieron presenciar los españoles, él entre ellos, ante el avance invasor de las tropas francesas hace hoy alrededor de doscientos años.
Y si traemos a colación este título y esta fecha, se debe a que hoy es noticia la despedida de la política de uno de los gobernantes españoles que, como Goya, también podrá decir “Yo lo vi” cuando haga memoria -no “histórica”, sino personal- de la etapa que él mismo ha dicho que hoy se cierra. Nos referimos a Eduardo Zaplana.
Puede que la mencionada etapa, concluida para su carrera política personal, siga un ritmo distinto para la propia España; en cualquier caso, creemos no equivocarnos al decir que dio comienzo con las más horribles escenas de la historia contemporánea de la Nación española: los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004.
Planeados para dar la victoria al Partido que había anunciado previamente que retiraría las tropas de Irak si ganaba las elecciones, y que convirtió de este modo a España en el blanco perfecto de la acción terrorista, la tragedia concluye, al menos así lo cree nuestro protagonista, con la segunda victoria electoral de ese Partido. Y, al contrario que Goya, Zaplana ya no puede o no quiere decir “Yo lo vi” tan solo cuatro años después.
Denunciar lo evidente del desastre de Zapatero fue su estrategia durante la primera legislatura como portavoz en la oposición, resistiendo los golpes más bajos, aceptando de buen grado la tergiversación de su imagen y de sus palabras, cargando, en definitiva, con uno de los sobrenombres más ruines que la propaganda periodística del PSOE dio en crear: “la cara del 11-M”. Hoy afirma que su decisión es favorable al “momento político”, aunque esa su manera elegante no nos oculte que su marcha obedece a una nueva forma de hacer oposición que consiste en “mirar al futuro”, como si esto fuera posible sin apoyarse en el pasado.
Un pasado, por ejemplo, como el de hace apenas unos meses, tras la famosa sentencia que hemos de acatar so pena de ser declarados enemigos de la democracia, en el que el PSOE continuó con la manipulación de aquellos terribles atentados; o un pasado, no lo olvidemos, en el que la plataforma PAZ de los “intelectuales” abonados al canon nos seguía recordando aún la Guerra, la misma, la de Aznar .
Desde La Fundación DENAES para la Defensa de la Nación española sirva este editorial como homenaje al político que tras dieciocho años de carrera ha decidido abandonar una profesión tan difícil como ingrata. Nosotros lo vimos, Sr. Zaplana.
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA