Impedir la presencia de la Bandera nacional durante las Fiestas del Pilar, y nada menos en la capital aragonesa, supone no sólo una imperdonable felonía sino además un ataque explícito y directo contra la misma esencia de España y su secular unidad histórica


bizen-fuster-y-jose-antonio-labordeta-ii.jpgPues sí: el partido hasta hace poco representado en el Congreso por el señor Labordeta detesta nuestra bandera; es decir, detesta a España. Y no se diga, no, que aquél no la conoce después de caminar mochila al hombro por sus valles y montañas; después de atravesar su epidermis y meterse en su entraña rural de puchero, carbón, sudor, luto, vino y mantel de hule amparado, quién lo iba a decir, en la sana hospitalidad de unas gentes orgullosas de pertenecer a esta admirable piel de toro de cuyos habitantes decía ya el historiador Pompeyo Trogo (siglo I a de C.) que “tienen preparado el cuerpo para la abstinencia y la fatiga, y el ánimo para la muerte: dura y austera sobriedad en todo”. Y bien que él lo ha contemplado y disfrutado en todos sus viajes.

Por eso resulta aún más lamentable contemplar cómo la Chunta Aragonesista (CHA) pide que una enorme Bandera de España, proyectada por el Ayuntamiento cesaraugustano, no sea instalada en Zaragoza nada más y nada menos que con motivo de las próximas Fiestas del Pilar. Unas fiestas, recordemos, en las que si nada lo impide tendrá lugar el próximo lunes la actuación prevista de un grupo musical proetarra llamado “Soziedad Alkohólica”.

La cosa, desde luego, provocaría la carcajada si descontáramos su profundo y trágico significado. Porque no hace falta siquiera acogerse a lo religioso para reconocer que la advocación mariana va íntimamente unida a la historia de España, desde Covadonga hasta la intervención de la Virgen del Pilar en los Sitios de Zaragoza -es decir, en el mismo parto de la Nación política- pasando por la aparición de la Inmaculada Concepción al viejo Tercio de Flandes, el 8 de diciembre de 1585, frente a la holandesa isla de Bommel. Impedir, pues, la presencia de la Bandera nacional durante las Fiestas del Pilar, y nada menos en la capital aragonesa, supone no sólo una imperdonable felonía sino además un ataque explícito y directo contra la misma esencia de España y su secular unidad histórica.

La Fundación DENAES para la Defensa de la Nación Española no puede menos que denunciar actitudes tan viles como las de la Chunta Aragonesista, exigiendo de las autoridades municipales -y especialmente al alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch- firmeza y respuestas contundentes frente a quienes pretenden aniquilar España, incluso en algunas de sus partes espiritual e históricamente más sensibles. Zaragoza, Aragón y España se lo merecen.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA