Mientras no llega el día en el que los planes demenciales de extirpación de la lengua nacional hayan logrado su realización plena, este baremo vasco-racista servirá para allanar el camino de su promoción personal a los vascoparlantes en detrimento de los demás españoles.
El conocimiento del euskera se valora cuatro veces más que un doctorado en los concursos para obtener plaza en la sanidad pública del País Vasco.
Ya hemos escrito en algunos editoriales de DENAES sobre la importancia de las llamadas “políticas de inmersión lingüística” en la construcción artificiosa de naciones fraccionarias. No vamos a hacerlo una vez más. Sólo señalar que al calor de la reforma de la identidad de España -o “segunda transición”- desde una Nación política a una “confederación de naciones” se produce, de modo inmediato, la desunión efectiva de los españoles. Y lo hace porque la deriva de la constitución del 78 -siempre interpretada a mayor gloria de los partidos secesionistas hasta llegar a la reforma de los estatutos de autonomía- posibilita políticas lingüísticas que constituyen un auténtico ejercicio de ingeniería social, que termina afectando, no ya la identidad de España, sino a su misma unidad real.
Al primar, por encima de los méritos específicos para el cargo, el uso de la lengua regional al médico, a la enfermera, al profesor, al registrador de la propiedad y a cualquiera que aspire a funcionario de estas autonomías con ínfulas de nación, se reduce el conjunto de candidatos del universo de la Nación al ridículo subconjunto de la aldea. El personal sanitario, educativo, administrativo, que no comulgue con esta rueda de molino (así tuvieran ochocientos apellidos vascos y la pericia del doctor House) tendrá que emigrar forzosamente. Súmese a esto el tiempo y el dinero empleados para que los funcionarios en ejercicio se adapten a los criterios lingüísticos -en lugar, por ejemplo, de ampliar sus conocimientos mediante el estudio de sus disciplinas propias- y se tendrá un retrato muy ajustado del grado de idiotez inmoral al que hemos llegado con este desarrollo autonómico. Un hipotético Dr. House de Vitoria que desconociera el vascuence tendría que dedicar sus esfuerzos no a salvar vidas, mediante complejas deducciones con su equipo, sino a aprender a expresarse en una lengua artificial en la que los conceptos precisos de su disciplina se toman prestados o se adecuan de modo ridículo. La construcción nacional de euskalerría bien merece que se le mueran los enfermos siempre que aprenda a chapurrear euskera.
No obstante, mientras no llega el día en el que los planes demenciales de extirpación de la lengua nacional hayan logrado su realización plena, este baremo vasco-racista servirá para allanar el camino de su promoción personal a los vascoparlantes en detrimento de los demás. Para asegurar, aún más, su delirante ideología el gobierno vasco no encuentra camino mejor que mostrar lo bien que se progresa en Euskadi cuando uno se expresa en la lengua que identifica al buen nacionalista vasco. Una vez que los separatistas se han apropiado de todos los símbolos -desde el folclore hasta el Athletic de Bilbao- regionales vascos, la siguiente vuelta de tuerca es el control absoluto de los funcionarios públicos.
La valoración que hace el gobierno autónomo vasco de la importancia de hablar “la lengua del paraíso”, por encima de la capacitación profesional, de los méritos académicos o de la experiencia en el trabajo a desempeñar, busca quebrar la unidad de la Nación, construyendo una red de funcionarios públicos, una verdadera infraestructura o armazón, diseño del futuro estado de euskalerría, que tiene como vehículo de expresión una lengua minoritaria con una extensión e implantación insignificante.
Extirpar el español, llegar a la secesión, son tareas difíciles que contarán como escollo principal, no sólo la oposición y la lucha de buena parte de los hijos de la Nación Española, también la más que previsible incompetencia de sus funcionarios públicos, seleccionados en función de criterios ideológicos estúpidos -que reducen el campo a límites ridículos- antes que por sus méritos profesionales.
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA