Si el Gobierno sigue sin entenderlo, la nación le dará la espalda. Lo hará sin renunciar a los símbolos de la nación.
Esta Fundación, junto a otras asociaciones y entidades, recomendó vivamente asistir a la manifestación del 3 de febrero con banderas de España. La convocatoria ha sido un éxito: deseábamos una marea roja y gualda, y eso es lo que se vio en Madrid. Es muy ilustrativo que tantos cientos de miles de ciudadanos hayan sentido la misma necesidad. Asimismo, en la manifestación sonó el himno nacional. Algo, por cierto, en lo cual también nuestra Fundación es pionera, pues en todos nuestros actos suena el himno de España, que es el himno de todos los españoles.
Al Gobierno le ha escocido la marea rojigualda. Tanto que, en una reacción mecánica y poco meditada, acusa a la derecha de apropiarse de los símbolos nacionales. El Gobierno no ha entendido nada. La que ha estado en la calle no es la derecha; es la nación en su expresión más elemental y directa: los ciudadanos. Y los ciudadanos han utilizado los símbolos de la nación porque son suyos, no del Gabinete de Protocolo de la Moncloa. ¿Que la derecha se ha adherido? Perfecto: aún sería mejor que se adhiriera también la izquierda.
Sería bueno que los partidos dejaran de pensar en términos tan exclusivistas. La nación está antes y por encima de ellos. Los partidos están al servicio de la nación, no a la inversa. A veces la nación se mueve sin necesidad de los partidos. Eso es lo que está pasando con la protesta contra la negociación con ETA. Y si el Gobierno sigue sin entenderlo, la nación le dará la espalda. Lo hará sin renunciar a los símbolos de la nación. Porque son los símbolos de todos.