La petición del Rey en su discurso de «unidad, firmeza y determinación» contra el terrorismo de ETA no se compadece con su otra petición de «alto el fuego inmediato en Gaza», cuando lo que se pide a España se le niega a Israel, Nación que precisamente actúa con esas «unidad, firmeza y determinación» contra el terrorismo en su territorio. ¿No serían esas virtudes ejercidas por los españoles las que nos harían solidarizarnos con otras naciones que sufren el terrorismo como nosotros?
La celebración de la Pascua Militar, el solemne acto castrense cuyo origen se remonta a la recuperación para España de la isla de Menorca liberada de los ingleses en 1782, tuvo lugar el 6 de enero, dando comienzo así al año militar español.
El acto convocó, como es costumbre, a las más altas autoridades del Estado y en él la atención se centró en los discursos del Rey y la Ministra de Defensa, Carmen Chacón, hoy objeto de nuestro editorial.
De los mismos se ha comentado en algunos medios la consonancia ideológica que compartieron. Como si aquello que en un principio fue un acto castrense, es decir, una reunión del Rey, como mando supremo de las Fuerzas Armadas, con una representación de los tres Ejércitos, de carácter «profesional», hubiera pasado a convertirse en un acto político en el que la voz del Gobierno cobrara cada vez más importancia.
No nos parece, sin embargo, que dicha consonancia entre el estamento político y el militar sea motivo de objeción cuando, precisamente, lo condenable más bien sería lo contrario.
Lo que sí nos parece digno de mención, tanto de las palabras del monarca como de la Ministra, es la ausencia de claridad en la referencia a la plataforma política de España desde la cual ambos se encuentran ejerciendo sus respectivos cargos. Refiriéndonos a lo más citado del discurso del Rey, su petición de «unidad, firmeza y determinación» contra el terrorismo –virtudes que suponemos exigibles a los políticos o a los ciudadanos, en definitiva, a la Nación contra ETA–, no se compadece con su otra petición de «alto el fuego inmediato en Gaza», cuando lo que se pide a España se le niega a Israel, Nación que precisamente actúa con esas «unidad, firmeza y determinación» contra el terrorismo en su territorio. ¿No serían esas virtudes ejercidas por los españoles las que nos harían solidarizarnos con otras naciones que sufren el terrorismo como nosotros?
Y es esa confusión entre la competencia sobre nuestra política interior y exterior la misma que ha llevado al Ministerio de Defensa a hacer de esta Pascua Militar nada menos que la ocasión para celebrar los «veinte años de dedicación a las misiones internacionales de paz» de nuestro Ejército. Celebración insólita en España, cuya proyección internacional se puede medir en siglos, si no se aclara, y no se hace, que sólo se consideran «misiones internacionales de paz» las que desde 1989 tienen que ver con la ONU.
Consonancia ideológica, entonces, sí, entre ambos discursos, pero en virtud de contenidos políticos más acordes con la disolución de la Nación española en el océano pintado por Barceló que con la celebración del año militar español que Carlos III instituyera.
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA