Esta ideología emanada de la maquinaria de los partidos tiene un severo inconveniente y es que aquello que oculta, caso de que lo consiga, es tan grave, que será por poco tiempo…


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Parece que una de las máximas que se va imponiendo en la ideología democrática española del presente es aquella de que, a nueva legislatura, “nuevo ciclo”. Y ahora resulta que no hay mejor medicina para el país, ya sea grave el mal que nos aqueje, que el “cambiar de ciclo”, o sea, iniciar legislatura.

Los famosos cien días de indulgencia con los que se suelen perdonar los fallos al Presidente de un Gobierno parece que en España se están ampliando retroactivamente, y de los cuatro años anteriores, ahora es la oposición la que tiene que aprender.

Con este “nuevo ciclo” se invoca el que los partidos vuelvan a estar unidos y en España todo vuelva a estar en orden: Zapatero recibe a Ibarreche y le dice que no a su “plan soberanista”; como prueba de la firmeza del gobierno ante el terrorismo, hace unas horas se detiene a importantes miembros de la cúpula de ETA; y, por último, el orden entre magistrados “conservadores” y “progresistas” deberá reconstituirse a causa del fallecimiento de Roberto García Calvo, miembro del Constitucional que equilibraba los votos para impedir la aprobación del “estatut” catalán. Todo ello con la aceptación de una parte del PP que hasta ahora había promovido la crispación pero que con su renovación va a poder tratar con “todo el mundo” –“mundo” en el que se incluirá, suponemos, el nacionalismo secesionista.

Pero un engaño tan cómodo tiene poco futuro. Desde la Fundación DENAES para la Defensa de la Nación Española consideramos que esta ideología emanada de la maquinaria de los partidos tiene un severo inconveniente y es que aquello que oculta, caso de que lo consiga, es tan grave, que será por poco tiempo. Porque nada menos que el problema de España es el que nos quieren burlar; precisamente el más importante ante el que nos encontramos y que no es otro que saber hacer frente a los proyectos políticos de secesión que amenazan con la pervivencia de la propia nación.

De momento, dichos proyectos provienen de Cataluña, con el contencioso del Estatuto, y del País Vasco, con el Plan Ibarreche, pero se podrían ampliar a otras “nacionalidades y regiones”. Y no es cierto que, emplazando a una próxima conversación al político nacionalista que se ofrezca a solicitar la independencia de “su” nación, arreglemos el problema.

Curiosamente el lehendakari vasco, tras su conversación en la Moncloa, fue el único que acertó a decir la verdad: “a Zapatero sólo le interesan las elecciones”.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA