En estos días tórridos de agosto, como es natural, hemos sabido de la existencia de un informe fechado el 30 de julio de 2019 de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) que calcula en 290 millones de euros el saqueo de la trama criminal de la sagrada familia Pujol Ferrusola. Aunque el juez de la Audiencia Nacional instructor del caso, José de la Mata, afirma que la cifra de 290 millones de euros es sólo una estimación y podrían existir «lagunas».

    Cerca de 300 millones de euros fue acumulando la familia durante décadas de corrupción al por mayor en el gobierno de la Generalidad (desde 1980 hasta 2003). Aunque la macrocorrupción duró hasta julio de 2014, momento en el que se produjo un parón debido al inicio de la investigación. Y todo esto sin contar la trama del 3% (o 4%) que sigue su curso paralelamente, y que también investiga el juez De la Mata.

    El informe de la UDEF tritura la coartada de la familia, que alegaba que tal dinero procedía de una herencia del padre de Pujol que fue invertida en complejas operaciones financieras en los años ochenta y noventa, aprovechando que eran años de bonanza. El juez ha reiterado que «la familia Pujol Ferrusola ha aprovechado su posición privilegiada de ascendencia en la vida política, social y económica catalana para acumular a lo largo de los años un patrimonio desmedido por sus miembros, directamente relacionado con percepciones económicas fruto de conductas corruptas». Supuestamente, los Pujol se enriquecían mediante el cobro de comisiones provenientes de la adjudicación de los contratos públicos por la Generalidad de Cataluña. En resumidas cuentas, la familia estuvo actuando como una banda criminal «de forma sistemática y recurrente». Todo supuestamente, claro.

    Según ha comunicado la UDEF a El País, «La utilización de la Administración para dificultar la vida de quienes se opusieran a su modus vivendi ha sido la práctica diaria», que siendo benévolos, guarda una infinitésima diferencia con la mafia. Cosas de «la famiglia». Aunque Pujol se seguirá preguntando: «¿Qué coño es esto de la UDEF?». No obstante, los investigadores sostienen que no se trata de las «tradicionales» asociaciones «tipo mafia», sino de una «organización para acometer un negocio criminal» aprovechando la coyuntura a lo largo del mandato del señor Pujol como presidente de la Generalidad. «Mafia» u «organización criminal» son términos ilustrativos que nos ofrecen una descripción gráfica del tren de vida de la sagrada familia a costa de los españoles.    

    Jordi Pujol Ferrusola, el hijísimo, es señalado como el «gestor principal del clan». Aunque también se ha señalado a Marta Ferrusola, la esposísima matriarca filoopusina Madre Superiora de los misales de oro, como la persona «especialmente activa en la generación y gestión del patrimonio familiar». El juez también ve vínculos en las prácticas corruptas de la familia con la financiación irregular de Convergencia Democrática de Cataluña (CDC), el que a día de hoy es el partido de los «pedecatos» de Torra y Puigdemont (los pujolines de turno, que son precisamente la consecuencia del pujolismo o su fase superior y degenerada). El informe policial señala a Jordi Júnior como «un eslabón trascendente en el devenir histórico del partido CDC» y su tesorero «informal y en la sombra».

    El informe de la UDEF concluye con contundencia que «se ha obtenido un conjunto de indicios racionales de criminalidad, que sobrepasaría las meras sospechas y conjeturas, y que apuntarían claramente a la comisión de hechos relacionados con la corrupción política y privada, blanqueo de capitales, pertenencia a organización criminal y otros».     

    Entre el capital evadido a Andorra, Suiza y Luxemburgo, el expolio de tan entrañable familia ha sido de escándalo. Y todo sea dicho, pues muy pocos se han escandalizado y puesto el grito en el cielo; prueba vívida de la ceguera total del conjunto del secesionismo y parcial de la izquierda filoseparatista aderezada con la obnubilación habitual que padecen ante los placeres del antiespañolismo, los cuales hacen posible pasar por alto un expolio que es superior con creces al de la trama Gürtel y las míseras obras de la sede de Génova pagadas con dinero B. Lo importante es señalar la corrupción del PP y la de otros son cosas menores, y más aún si son de sus socios históricos. Recientemente, Felipe González dijo que seguía creyendo en la inocencia de la familia, pese a que las pruebas contra la misma están resultando, de momento, incontestables; y parece que son suficientes para que, como todo buen delincuente, haga que los huesos del clan acaben entre rejas. 

    En estos 40 años de partitocracia coronada, posiblemente Jordi Padre haya sido el mayor enemigo de la nación española. No sólo como el gran impulsor del separatismo catalán (contando, eso sí, con la colaboración de los gobiernos de Felipe Gonzáles y José María Aznar), sino como el mayor presunto ladrón del Reino; corrupto en lo delictivo y en lo no delictivo; o lo que es lo mismo: un presunto corrupto integral.

    El presunto nada honorable Pujol se hizo un autorretrato en la octavilla titulada Os presentamos al general Franco, en la que apelaba a boicotear una visita del Caudillo donde edificaría el mito tenebroso del Cristo-Pujol como redentor de Cataluña. «El general Franco, el hombre que pronto vendrá a Barcelona, ha elegido como instrumento de gobierno la corrupción… Sabe que un país podrido es fácil de dominar… Por eso, el régimen ha fomentado la inmoralidad de la vida pública y económica». Cabe recordar que el cabeza de familia amenazó formalmente con tirar de la manta y destruir la democracia en España si a él y los suyos le pasa algo con la justicia.

    Cada vez se hace más evidente que el cuento del procés empezó cuando se destaparon parte de las muchas artimañas orquestadas de la sagrada familia; en la que fueron tejiéndose una trama y una urdimbre de macrocorrupción a costa de las prebendas autonómicas. Con «Espanya ens roba» lanzaron un relato tergiversado, porque la que robaba no era España sino la familia. Porque la familia, supuestamente, no sólo ha robado a los catalanes; porque robar a Cataluña es robar a toda España; ya que Cataluña no es sólo de los catalanes sino de todos los españoles.

    Todo indica que los 23 años de gobierno del «Molt Honorable President Pujol» han supuesto un tiempo del que se ha servido para organizar la separación de Cataluña del resto de España e incrementar su lucro personal y el de su familia y allegados. Secesionismo, expolio y nepotismo: esos son los principales modos del pujolismo y, por ende, del separatismo.

    El próximo 23 de septiembre se dará por concluida la investigación y Anticorrupción ya está preparando el escrito de acusación contra «la familia». Habrá que esperar a que se celebre el juicio y, si no es mucho pedir, se haga justicia. Entonces quizá podamos prescindir del término «presunto» y llamar las cosas por su nombre. Y ya no sería verdad aquello que dijo un político separatista -no con tanto éxito como Pujol- cuando explotó con un contundente «la justicia es un cachondeo».

    Daniel López. Doctor en Filosofía.