Cuando ya contamos con tres millones de parados, ante la gravedad de una crisis económica de profundo calado, al Gobierno le gustaría que pudiéramos seguir entretenidos con la Guerra de Iraq y sus secuelas hasta las siguientes elecciones.
Cuando ya contamos con tres millones de parados, ante la gravedad de una crisis económica de profundo calado, al Gobierno le gustaría que pudiéramos seguir entretenidos con la Guerra de Iraq y sus secuelas hasta las siguientes elecciones.
Otra vez la sombra de Aznar se quiere proyectar sobre los males de España con el caso conocido como el asunto de los «vuelos de la CIA», en su momento ya zanjado.
Pues fue en febrero del año 2007, cuando el Parlamento Europeo, en su afán gratuito de mantenerse por encima de la justicia nacional de cada país socio, investigó sobre el caso la detención de terroristas islamistas en países de la UE con destino a cárceles secretas de EE.UU. Ya entonces, repetimos, quedó puesto de manifiesto que cada país, al menos España así lo hizo, justificó con documentación sus acuerdos bilaterales con los servicios de inteligencia estadounidenses. Hablamos de comienzos de 2007, es decir, en plena primera legislatura de Zapatero.
Y es ahora cuando se vuelven a levantar sospechas acerca de si los servicios de Defensa de España tenían conocimiento de semejante colaboración. Ahora que se acaban de producir en Bombay unos atentados en los que han sido asesinadas 195 personas y nos debieran servir definitivamente para cerrar filas ante el terror islamista. Unos atentados, por cierto, que fueron diseñados con la intención de que la India sufriera su 11-S particular: el ataque al corazón económico de la ciudad desde el cual, piensan los verdugos sarracenos y piensan bien, la India se mantiene vinculada al área de difusión de la cultura occidental.
Desde luego, no se puede decir que el diario El País, promotor de la noticia, haya servido al Gobierno con esta maniobra de distracción. Aparte de manifestarse por enésima vez la incompetencia del Ministerio de Asuntos Exteriores, las respuestas contradictorias de Defensa y el propio Presidente lo han terminado de arreglar.
Con este episodio, creemos que la utilización reiterada de la «coartada de Iraq» ha podido tocar a su fin. Especialmente difícil de explotar cuando el Presidente electo Obama, el candidato de Zapatero, parece querer mantener al frente de Defensa al equipo de George W. Bush.
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA