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En actitud melodramática, y cultivando una literatura barata del gusto de tantos, el presidente de la comunidad autónoma vasca, Juan José Ibarreche, ha vuelto a proponer públicamente el chantaje que se lleva ofreciendo a la sociedad española durante años en relación al “fin de la violencia etarra”: si se quiere que la ETA deje de matar, se dice, reconózcase “desde el Estado” a Euskal Herria como nación soberana. Así lo ha dicho con la retórica pedante y cursi característica del personaje: “hay que trabajar para acabar con la violencia y llegar a acuerdos políticos, hay que dar a la sociedad lo que reclama, la paz, acuerdo, diálogo”. Luego en seguida se dice que “así no van a conseguir nada”, que no se puede hablar de “terrorismo vasco”, sino de “terrorismo etarra”, tratando así de desvincular a la Eta del proyecto secesionista vasco. Es decir, se utiliza a la Eta para procurar el chantaje y, a continuación, se desvincula de la Eta para que el chantaje no lo parezca (repitiendo la letanía estúpida, gritada en tantas manifestaciones, de que “no son vascos, son asesinos”).

Así, como si los etarras mataran simplemente por ser “malvados” o porque, como mucha gente afirma, fueran unos “psicópatas” o unos “enfermos”, se trata por parte de Ibarreche de sustraerle simbólicamente su condición de vascos y desentenderse por su parte, con fines propagandísticos, de los medios asesinos etarras, pero utilizándolos, a su vez, inmediatamente como chantaje: “si no queréis que Eta siga matando, dejad que los vascos decidan sobre su futuro”.

Y es que, en efecto, la causa de la actividad secesionista asesina etarra no es, ni mucho menos, psicopatológica, sino que es la misma causa que opera en la actividad secesionista del PNV (aunque esta no esté penalizada) y que procura la realización de un proyecto definido, recurrente e inequívocamente explicitado: la fundación de “Euskal Herria” como nación frente a España y Francia.

De este modo, y con el encubrimiento cómplice del PSOE e IU (que enseguida se apresuran a menospreciar la amenaza, incluso a negarla cuando no a alimentarla), ya se han dado muchísimos pasos en este sentido.

Desde la Fundación DENAES quisiéramos traer al recuerdo las declaraciones manifestadas en sede parlamentaria por el actual presidente del gobierno, Rodríguez Zapatero, con ocasión del debate que allí tuvo lugar al presentarse en el Congreso el llamado “Plan Ibarreche”. Decía así: “Por eso me siento con autoridad para decir al pueblo vasco, a los ciudadanos vascos, que la construcción de su identidad y que sus aspiraciones de las más altas cotas de autogobierno son posibles. Y como hoy son posibles y las vamos a llevar adelante, hay que hacerlo decidiendo juntos, y como no hay una única concepción de la identidad territorial en España, sino muchas, y como ninguna es más verdadera que la otra, la mejor solución es que todas convivan, que todas puedan ser vividas” (Zapatero, en el Pleno del Congreso de los Diputados el 1 de febrero de 2005, debate de reforma de Estatuto político de la Comunidad de Euskadi)

En efecto, el día de ayer hemos visto cómo “conviven” estas múltiples “concepciones de la identidad”: unas viven matando, y otras viven muriendo…

Con esta doctrina, el panfilismo posmoderno, por el que no se ve la incompatibilidad de planes políticos contrarios, es con lo que se pretende combatir a la Eta.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA