Es realmente grotesco que un presidente autonómico «que viaja en coche oficial desde hace más de diez años» se permita hablar de «cercos de alambre» como, si en efecto, el Palacio de Ajuria Enea constituyese algo así como una suerte de Buchenwald redivivo


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En el transcurso del habitual debate de política general celebrado el pasado viernes en el parlamento autonómico vasco, Juan José Ibarreche pronunciaba solemnemente una «denuncia» del atroz «muro de alambre» en el que, según este individuo, «Madrid» estaría apresando la «identidad» del pueblo vasco en virtud de la soberanía de la nación española tal y como esta queda reconocida en la Constitución de 1978. Es sin duda cierto que tales palabras demuestran bien a las claras el delirio permanente en el que sujetos como Ibarreche vienen moviéndose desde hace ya muchos años; un delirio particularmente desvergonzado además cuando es el caso de que tal «denuncia» se lleva a cabo, precisamente, por parte de un presidente autonómico que sólo puede mantenerse en su condición de tal por efecto, justamente, de la propia Constitución que, sin embargo, se pretende denunciar. En este sentido, tienen toda la razón los parlamentarios del Partido Popular y del Partido Socialista que subrayaron in situ la grotesca circunstancia de que un presidente autonómico «que viaja en coche oficial desde hace más de diez años» se permita hablar de «cercos de alambre» como, si en efecto, el Palacio de Ajuria Enea constituyese algo así como una suerte de Buchenwald redivivo. Además, ¿habrá que recordar otra vez que si el País Vasco tiene algo de concentracionario, son en todo caso, los miembros de la oposición y no los del gobierno los principales paganos de la situación?

Sin embargo, aunque como decimos tales declaraciones por parte de Ibarreche nos parecen efectivamente delirantes, no por ello, nos inclinamos necesariamente a dar la razón a Pachi López cuando, en un ejercicio del más confuso y oscuro psicologismo, acusaba al «lehendakari» de haber perdido el norte como si todo el problema se redujera a la circunstancia de que Ibarreche fuese un iluminado absolutamente privado de la más mínima lucidez puesto que, si este fuese el caso, entonces habría que comenzar por dar cuenta del grado tan notable en el que la mayoría de los electores vascos habrían demostrado, a lo largo de los últimos años, sintonizar con las coordenadas ideológicas de Ibarreche y de sus socios del tripartito, y ello por más impresentables e incluso estúpidas que dichas coordenadas secesionistas puedan parecernos. Es cierto: si Ibarreche es el «lehendakari» ello, sólo se debe, a que la mayoría de los vascos lo han decidido así «en las urnas» haciéndose por tanto en gran medida responsables de la gestión del tripartito.

Y no sólo esto, porque lo que desde la Fundación DENAES nos parece obvio es que si es cierto que Pachi López estima que el presidente del gobierno autónomo ha perdido efectivamente el norte, entonces, haría bien en explicar las razones que han aconsejado al Partido Socialista aprobar los presupuestos parlamentarios del tripartito a lo largo de las últimas legislaturas. De otro modo: si no explica López cuáles puedan ser tales razones (o todavía más si vuelve a aprobar las cuentas del PNV este año), entonces quedará claro que las críticas del PSE al «lehendakari» y a su gestión sólo pueden tomarse a beneficio de inventario.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA