Ya empezamos a ver lo que desde DENAES profetizábamos el pasado lunes de resaca: la Educación, como las demás materias axiales para el gobierno de la Nación, se verá sometida en esta renovada y zapateril legislatura a un proceso de polarización social y política que hunde sus raíces en el nefasto intervencionismo socialista impuesto durante los cuatro últimos años.


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Andalucía, Madrid… y ahora Murcia. Parece que, en mitad de la incertidumbre y los malos augurios emanados de las últimas Elecciones; en medio de una asfixiante zafiedad mediática (¿reflejo de la sociedad que la consume?) que algunos quieren convertir en símbolo nacional abanderado por hediondos líderes chikilicuátricos; en medio de hipotecas insostenibles y una inflación brutal que convierte en el carrito de la compra en un verdadero tirano… nuevos y frescos vientos vienen a aliviar un tanto nuestra pesada carga de españolitos que se precian de serlo, sufridos y permanentemente baqueteados por lo mismo. Hoy, por ejemplo, hemos sabido que la Consejería murciana de Educación no penalizará a los padres que objeten a la asignatura de Educación para la Ciudadanía, sumándose así a lo sentenciado a comienzos de este mes por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía y a lo establecido inmediatamente después por la Comunidad madrileña.

Ello contrasta, sin embargo, con la persecución a la que parece van a ser sometidos en Asturias -por ejemplo- aquellos padres que se nieguen al lavado de cabeza planeado ya para el próximo curso por la todopoderosa y sancta Progresía; uno de cuyos ejecutores, el consejero del Principado José Luis Iglesias Riopedre, anunciaba la semana pasada inspectores filoestalinistas en las aulas y conculcaba ese fundamental derecho de los progenitores, amenazando incluso con querellas criminales contra éstos.

Y es que ya empezamos a ver lo que desde la Fundación DENAES profetizábamos el pasado lunes de resaca: la Educación, como las demás materias axiales para el gobierno de la Nación, se verá sometida en esta renovada y zapateril legislatura a un proceso de polarización social y política que hunde sus raíces en el nefasto intervencionismo socialista impuesto durante los cuatro últimos años. Y ante la cual el PSOE se ve abocado -ahora sí- a tomar uno de los dos caminos, nunca tan divergentes y delicados por las heridas profundas, dolorosas, que ha producido en una sociedad -la española- todavía no habituada a comulgar con totalitarismos impuestos bajo palabrería hueca o ínfulas solemnes de iluminado con piel de cordero.

Pero se ve que en España, donde pese a quien pese todavía rige el Estado de derecho, nuestra Justicia sigue defendiendo contra viento y marea el bien más preciado de nuestros hijos y, por ende, de la Nación futura: su derecho a una educación digna y en libertad, igual para todos los españoles, que al mismo tiempo no interfiera en el nuclear e inviolable ámbito de la familia. No nos cabe duda de que la solución a este conflicto, cada vez más radicalizado como tantos otros (unidad versus nacionalismos, contundencia frente a cesión al terrorismo separatista, sano patriotismo frente a ese odio acomplejado y absurdo hacia la madre España, etc.) marcará desde ya la nueva y complicadísima legislatura socialista. La victoria del PSOE ha puesto contra las redes a Zapatero, que debe decidir ahora entre seguir obedeciendo los dictados de quienes tratan de destruir España; es decir, arriesgarse a provocar una dramática fractura en una sociedad jamás tan polarizada en toda su historia democrática -las urnas acaban de mostrarlo- o atender a guiños como la última sentencia de la Justicia andaluza, que pueden encauzarle por el camino perdido. Nunca es tarde.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA