No tendría sentido promover la unidad de los españoles disolviendo la unidad de España.
La movilización pro-gubernamental de este fin de semana ha puesto de manifiesto la división de la sociedad española. En muchos aspectos, España está rota. Ahora bien, subrayemos algo importante que pocos se atreven a decir: la sociedad española está rota, sí, pero una parte importante de esta misma sociedad ha demostrado abundantemente que la cuestión nacional propiamente dicha le importa un bledo. Y es justamente esa indiferencia la que acentúa la división, porque pone intereses de partido (la precaria mayoría gubernamental) o contradictorios imperativos mítico-ideológicos (el diálogo, la paz) por encima de los intereses reales de España, que son tan materiales y concretos como la unidad de la nación y las libertades de los españoles. Por consiguiente, no se trata sólo de recomponer un clima de mejor concordia, sino que también hay que fijar de forma clara el interés de la nación. Éste, lógicamente, no puede consistir en que la nación se disgregue, sino en que se refuerce. Porque no tendría sentido promover la unidad de los españoles disolviendo la unidad de España.