En España resulta ya quimérico nada menos que un plan de abastecimiento hídrico para todas sus partes, como resulta quimérico el que desde la Administración pública se promueva el uso de la lengua común…


Grifo-trasvase-3-2.jpgDesde el bloqueo del Plan Hidrológico Nacional –bloqueo, no lo olvidemos, promovido por el tinellismo gubernamental- la lucha autonómica por el agua en España pone de relieve la impotencia de la Nación española para, siquiera, abordar (ya no hablamos de resolver) el problema con un plan de abastecimiento para todo el país. Y es que la parcelación administrativa de España en Autonomías, considerando además desde muchas administraciones locales a cada parte autonómica como un todo nacional (el socialista Hereu, alcalde de Barcelona, así lo decía ayer sin ningún rubor con motivo del plan de trasvase del Segre), hace prácticamente inviable que un plan nacional, referido a España, tenga ya visos de ser planteado, mucho menos de ser puesto en funcionamiento.

La apropiación caciquil de regiones españolas por parte de las oligarquías locales, así como su consentimiento (cuando no promoción) gubernamental durante años, ha dejado ya prácticamente fuera de juego cualquier perspectiva nacional de España.

En este sentido, una de las fuentes más importantes de la idea de su disolución en naciones fraccionarias (y por tanto del secesionismo) es la Cultura en su concepción sustancialista, metafísica, mítica. Digamos que la «temática cultural» está sirviendo como disolvente para la cohesión nacional española, colándose esta por ese verdadero sumidero que representa «el mito la Cultura». Es la Cultura la que actúa aquí como disolvente universal…

Desde esta idea, propagándose en España por todas sus partes autonómicas, se convierte (metafísicamente) a tales partes en sustancias culturales «diferentes» e «irreductibles», siendo así que, por la vía cultural, se convierte a las distintas comunidades autónomas (concepto que nació como categoría meramente administrativa) en míticos «pueblos» con «conciencia nacional» ya desde la prehistoria (in illo tempore) y que, una vez liberados de todo lo que les es común (España), pretenden, piden, «exigen», planteada además como «exigencia democrática», su «autodeterminación» política. Así desde estos pueblos, se supone sojuzgados por España, no se le deja a España ni agua, siendo así que cualquier plan común es inmediatamente neutralizado (entre otras cosas por la fuerza parlamentaria de esta metafísica cultural). En España pues ya resulta quimérico nada menos que un plan de abastecimiento hídrico para todas sus partes, como resulta quimérico el que desde la Administración pública se promueva el uso de la lengua común…

Así, mientras España se deshidrata (España deshidratada sería la fórmula actual, más que invertebrada), se desarrollan los preparativos para celebrar en Zaragoza la Exposición Internacional, dedicada precisamente al agua, y entre cuyos objetivos está el de servir de «encuentro cultural» (según figura en la web oficial). De risa.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA