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No es que debamos exigir a los políticos una exquisita precisión a la hora de expresar sus ideas en público, ni pedirles las prolijas explicaciones necesarias para entender conceptos tan confusos como el que define el “centro político”. Pero es más que deseable que, al menos, no incurran en groserías mayúsculas, ni en comparaciones de brocha gorda que sólo pueden convencer a quienes están convencidos de antemano o a quienes han terminado por ofuscarse en el maremágnum de consignas que destila nuestra clase política cada vez que se asoma a las pantallas de televisión.

Destaca, en la tarea de impartir doctrinas abstrusas, el centrista Gallardón. Allá por el mes de Mayo nos dejó patidifusos con su proyecto de sumar a los partidos secesionistas “a un gran proyecto nacional común” y el pasado lunes se descolgó con esta metáfora: “en un barco, la proa está en el centro, no a babor ni a estribor”. Ello supone nada menos que en la deriva de un barco, la proa es el agente activo, mientras que babor y estribor serían meras rémoras, peso muerto.

No cae Gallardón en la cuenta de que la proa del barco puede tomar rumbo a babor o a estribor; a él sólo parece importarle el barco mismo, con abstracción del contexto necesario para que el barco (con su proa, popa, babor y estribor) tenga sentido: el mar en el que navega y las rutas a las que se atiene. Sin entrar en más consideraciones que sería largo contar.

La analogía del alcalde de Madrid sirve para medir, con una claridad escandalosa, la cortedad de miras y la absoluta falta de proyectos de la que adolece el barco que se está construyendo en la naviera de Gallardón.

Mientras la Nación camina con paso firme a su atomización “confederal”, Gallardón se acoge a una imagen pueril del “centro político”. Imagen que, a su vez, se forma a partir de otros espantajos: para ser un partido “centrado” debe el PP acomodarse a la deriva, renegar de sus principios, mediar entre el espantajo de la “derechona” y los trampantojos de la “izquierda”.

En una cosa, sin embargo, es útil la analogía: la proa es el símbolo de la determinación de la nomenklatura del PP, contra sus bases, de acomodarse al rumbo de la “segunda transición” por la que España terminará convertida en un “gran proyecto nacional común” de nacioncillas soberanas, cada una con su señor feudal, en donde los ciudadanos tienen diferentes derechos en función del lugar en el que nacen. El “centro” no refleja más que esa determinación de seguir el rumbo impuesto por Zapatero y los partidos secesionistas a la Constitución del 78.

Desde la Fundación DENAES reafirmamos nuestro compromiso de remar en contra, a pesar de las terribles corrientes que nos empujan a los acantilados.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA