Tal confianza ministerial en la «reinserción ciudadana» de un terrorista que todavía hace un año era considerado a título de «interlocutor» válido por el gobierno pone, una vez más de manifiesto, la actitud consentidora por parte del PSOE ante el cinismo implícito en este tipo de actitudes por parte de sujetos como De Juana que, desde luego, ni «han aprendido» ni «pueden aprender» lo que significa «vivir en sociedad»


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El diario El Mundo daba a conocer ayer que Ignacio de Juana Chaos, aquel asesino de la banda terrorista ETA que logró, mediante sus costumbres dietéticas, poner vergonzosamente contra las cuerdas al gobierno de España en la pasada legislatura vivirá, tras su excarcelación prevista para el próximo agosto, en la misma calle donde residen también cinco víctimas de la ETA.

Pues bien, comentando tal noticia, el ministro de Justicia Mariano Fernández Bermejo ha tenido a bien declarar ante la prensa -sin duda que en noble actitud «pedagógica»- que «cuando las penas se cumplen, en un estado de derecho se sale de la cárcel», manifestando además su «confianza» en que De Juana haya, tras su estancia carcelaria, «entendido lo que significa la vida en sociedad». Tal confianza ministerial en la «reinserción ciudadana» de un terrorista que todavía hace un año era considerado a título de «interlocutor» válido por el gobierno pone, una vez más de manifiesto, la actitud consentidora por parte del PSOE ante el cinismo implícito en este tipo de actitudes por parte de sujetos como De Juana que, desde luego, ni «han aprendido» ni «pueden aprender» lo que significa «vivir en sociedad» dado entre otras cosas que muy lejos de aparecer como «delincuentes antisociales» (es decir, psicópatas) como en ocasiones se supone marrando por entero el diagnóstico, su propósito es, justamente, «vivir» en una «sociedad» política muy determinada y dibujada, precisamente, contra España: la de una futura república independiente de Euskal Herria.

Y recíprocamente: si realmente fuese el caso de que resultara posible «recuperar» a individuos como De Juana para la «vida en la sociedad española», acaso mediante la aplicación sistemática de los programas pertinentes de Educación para la Ciudadanía, ello, sólo demostraría que tal sociedad habría permitido hacerse cómplice de los crímenes horrendos cometidos por el asesino así «reinsertado» bajo el expediente de actuar como si tales acciones pudiesen, por hipótesis, quedar desactivadas e incluso revocadas tras la terapia rehabilitadora suministrada por el Estado de Derecho.

Sin embargo, y al menos desde la Fundación DENAES, esto es precisamente lo que se discute. Que una «sociedad» como la española pueda permitirse el lujo de «enseñar» a De Juana a «reinsertarse» en su seno después de haber asesinado a veinticinco personas.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA