¿Añade algo a tal descomposición de la identidad del cuerpo político español el hecho de que dicho proceso sea observado «crispada» o «relajadamente» por los líderes de las dos grandes fuerzas políticas?


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La entrevista que el pasado día 23 mantuvieron en el Palacio de la Moncloa el presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero y el líder de la oposición Mariano Rajoy, ha sido interpretada de manera prácticamente unánime como la más nítida ratificación de la «clausura» definitiva efectuada sobre una legislatura en la que la «crispación» entre los dos grandes partidos nacionales habría, al parecer, conducido inevitablemente a un notable emponzoñamiento del debate político. Es muy común además, a este respecto, hacer responsable de una tal crispación de la vida pública española al Partido Popular (o acaso a sus sectores más «ultramontanos» de los que don Mariano parecería haberse «liberado» últimamente) bajo el expediente, tan cínico como tendencioso, de olvidar o pretender olvidar «cordones sanitarios», «recuperaciones de la memoria histórica» y otros episodios por el estilo.

En este sentido, tal y como se ha tendido a ver las cosas lo mismo desde el Partido Popular que desde el Partido Socialista, citas como la de la pasada semana estarían propiciando un nuevo «clima» de «entendimiento» que habrá de fructificar muy pronto bajo la forma de acuerdos bipartisanos en lo tocante a la «justicia», la «lucha antiterrorista», etc., quedando, eso sí, la «economía» como el último terreno donde la discrepancia legítima podría todavía continuar manifestándose.

Pues bien, al margen de que ya sea paradójico que precisamente la «economía» aparezca en esta tesitura como el «reducto» del desacuerdo (siendo así que precisamente es en el plano de la política económica donde las «recetas» de los dos grandes partidos tienen, desde luego, un margen de maniobra más angosto), desde la Fundación DENAES creemos que conviene señalar que la categoría «crispación» tal y como viene siendo utilizada por la mayoría de los comentaristas, presenta una factura de cuño psicológico y aun etológico que la inutiliza enteramente, por su oscuridad y confusión, en lo referente al análisis político. En efecto: ¿cuál —nos preguntamos— puede ser el efecto preciso del «fin de la crispación» entre Rajoy y Zapatero sobre el proceso en marcha de transformación de una nación política en un conglomerado federal o confederal de naciones soberanas reconocidas como tales por sus respectivos estatutos de autonomía?, y en todo caso, ¿añade algo a tal descomposición de la identidad (no decimos de su unidad) del cuerpo político español el hecho de que dicho proceso sea observado «crispada» o «relajadamente» por los líderes de las dos grandes fuerzas políticas?

Desde la Fundación DENAES nos parece que la «relajación» de la vida política de una nación cuya soberanía está formalmente amenazada conduce, en efecto, a la «paz»… del cementerio.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA