Esto es sólo un ejemplo de la nueva España surgida de la segunda transición en donde las regiones más ricas y prósperas niegan a las demás la posibilidad de desarrollarse a su altura.

En el modelo federal asimétrico, las funciones del gobierno central del Estado quedan reducidas al arbitraje entre conflictos regionales. Pero el árbitro está comprado. Los secesionistas de ERC, aliados en la anterior legislatura con Zapatero, impusieron su ecologismo proteccionista del delta del Ebro y negaron a murcianos, valencianos y almerienses el agua necesaria para su desarrollo. Ahora, cuando quien necesita esa agua es Barcelona, el delta parece ser menos importante y el gobierno, siguiendo al tripartito, aprueba un trasvase a la capital. Perdón: un “aporte puntual de caudales”, en otro ejercicio práctico de ocultar la realidad con las palabras.
En el debate de investidura, Zapatero afirmó que las desigualdades entre españoles venían del franquismo y del centralismo y dijo estar dispuesto a corregir la situación. Nada más lejos de la verdad. Este modelo de España no corrige las desigualdades sino que las enquista y recrudece: mientras en Murcia se arrancan árboles y se paralizan proyectos turísticos, en Cataluña obtienen el agua que necesitan. Esto es sólo un ejemplo de la nueva España surgida de la segunda transición en donde las regiones más ricas y prósperas niegan a las demás la posibilidad de desarrollarse a su altura.
Aunque Zapatero haya creado un ministerio de la igualdad, las evidencias son éstas. España limita al norte con el Ebro, propiedad de Cataluña, o bien, Cataluña pastorea al sur porque con sus diputados permite la victoria del PSOE.
A Zapatero, tan dado a decir frases del tipo “Navarra será lo que quieran los navarros”, “Euskadi será lo que quieran los vascos”, etc. se le ha olvidado, otra vez, decir la verdad. A saber, que “España será lo que quieran… los catalanes”.
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA