Nos encontramos hoy con una clase política multiplicada por 17, encargada de mantenerse en el poder a base de milongas y cortinas de humo para consumo de un país sin bachillerato


espana_nubarrones-2.jpgMientras Ibarreche quiere demandar a España en Estrasburgo, los socialdemócratas españoles han pactado que el PNV vuelva a estar presente en el Consejo General del Poder Judicial con una vocal, Margarita Uría. A cambio, los secesionistas vascos apoyarían los presupuestos de Solbes, al tiempo que Pachi López haría lo propio con los de Ibarreche.

Unos y otros dejan claro qué es lo que les importa: mandar por encima de principios y proyectos y lavar la cara ante el público invocando los resortes emocionales que constituyen el núcleo de su propaganda: el PSOE con la letanía de la “integración” y el “diálogo democrático” de y con los secesionistas, el PNV acudiendo “a Europa” para exigir el derecho a autodeterminarse mediante referéndum.

Así, con el apoyo de los partidos que pretenden acabar con la Nación, pueden los gobernantes progresistas hacer honor a su nombre aumentándose el sueldo en plena recesión, con la connivencia de los sindicatos verticales a su servicio y con el público entretenido con las garzonadas, las pajinadas y las pepiñadas de turno.
El lamentable espectáculo de la proliferación de consignas cumple, con gran eficacia, su cometido de tapar la doblez, la estulticia, la incompetencia y la falta de proyectos de nuestra clase política.

Y mientras tanto, la oposición del PP, todavía renqueante tras la derrota electoral, parece apuntarse a la estrategia.

Y uniendo esta olla podrida que es la identidad confederal y asimétrica, nos encontramos con una clase política multiplicada por 17, encargada de mantenerse en el poder a base de milongas y cortinas de humo para consumo de un país sin bachillerato. Porque hay algo en lo que todos están de acuerdo: con crisis o sin ella ningún político se va a quedar sin su sustanciosa nómina.

Si los españoles no reaccionan –y no es probable que lo hagan- sólo nos quedará el consuelo de pensar que la vida de un individuo es demasiado breve para evaluar la deriva política de un Estado; pero también la inquietud derivada de sopesar los esfuerzos y calamidades por los que habrán de pasar nuestros hijos y nietos para enderezar el rumbo de esta nave, ahora en manos de los piratas.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA