La historia de Cataluña está tan indisolublemente ligada a la del resto de España que no hay ningún episodio de ella en el que se justifiquen los actuales planes secesionistas.
Hoy miércoles se presenta en Barcelona el libro en el que José Luis Perez Carod, vicepresidente del gobierno autonómico de Cataluña, afirma que ésta podrá independizarse de España en el 2014.
Qué planes prepara el “libertador” del pueblo catalán de aquí a entonces, durante los próximos seis años, parece que no están explicitados en su obra, aunque sospechamos que el “concierto económico”, que es la manera de llamar al tratamiento privilegiado que Cataluña exige al Estado frente al resto de Comunidades españolas, será uno de los pasos intermedios para que, mientras les llega la libertad, los bolsillos estén llenos. Al menos, en su libro «2014. Que parli el poble català» se presenta la fecha para el “referéndum de autodeterminación” y no tanto el método para que la “voluntad de ser nación” se establezca definitivamente entre el pueblo todavía, suponemos, esclavo. Claro es que esos métodos ya los conocemos: una educación catalanista antiespañola en la que la historia-ficción se inocula en las nuevas generaciones -futuros votantes-, con el apoyo o el silencio del resto de fuerzas políticas españolas.
Y como mejor ejemplo de esta historia-ficción, el autor de “2014” ha pensado que el momento del referéndum debe coincidir con el 300 aniversario de la derrota (sic) que sufrió Cataluña en el 1714 y que “supuso la pérdida de las libertades nacionales”.
Pues bien, ya que estimamos que a estas alturas Pérez Carod todavía no debe de saber que en 1714 no se pierden las “libertades” catalanas, vamos a aprovechar desde la Fundación DENAES para la Defensa de la Nación Española para enseñarle qué sucede en realidad en semejante fecha.
Veamos; en primer lugar, las “libertades” del “pueblo catalán” no existen en 1714, puesto que en la sociedad del Antiguo Régimen es un puro anacronismo hablar en tales términos. En todo caso, pierde, en muchas otras partes más de España, por cierto, el partido austracista; aquel que en la Guerra de Sucesión, librada en España entre dos bandos de españoles repartidos por toda la península, quería que, a la muerte de Carlos II, el Rey de España fuera de la Casa de Austria, frente al que quería que fuese Borbón, como finalmente fue, Felipe V. Y no eran, por cierto, los austracistas catalanes menos patriotas que los del partido borbónico, que también los había en Cataluña, pues si lo eran ello se debía, entre otras cosas, al rechazo de las ansias invasoras que Francia había manifestado anteriormente sobre el territorio catalán.
Así de sencillo; la historia de Cataluña está tan indisolublemente ligada a la del resto de España que no hay ningún episodio de ella en el que se justifiquen los actuales planes secesionistas.
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA