No cabe hablar de una clase universal de desposeídos, como tampoco cabe hablar de la clase universal de los propietarios, ni de lucha antagónica entre ellas.
La celebración del 1 de Mayo es, sobre todo, una institución socialdemócrata (instituida a partir de la II Internacional), siendo así que no encajaría tan bien en otras perspectivas de izquierda. Así, por ejemplo, desde un punto de vista revolucionario comunista, que busca la abolición de las clases y no su perpetuación, no tendría sentido un día del trabajador (si con trabajador nos referimos al obrero asalariado). En el estado socialista, tras la revolución, no se celebraría el 1 de Mayo.
Pues bien, ¿qué se celebra entonces en este día?, ¿desde qué coordenadas?.
La interpretación más común, de estirpe rousseauniana, es aquella por la que la “humanidad” aparece contemplada como dividida en dos clases transversales a todos los Estados: la clase de los propietarios y la clase de los “desposeídos” (que es lo mismo que decir expropiados, y en cierto modo “robados”) convirtiendo, eo ipso, a los “propietarios” en, sencillamente, una panda de ladrones. El patrono capitalista sería el propietario en la sociedad contemporánea, siendo el obrero asalariado el desposeído.
Esta distinción, aparentemente tan nítida para muchos de los que salen a celebrar esta jornada festiva, es, sin embargo completamente fantástica porque parte de una división del Género Humano en clases producida con anterioridad al Estado, cuando la fractura o división tiene lugar con posterioridad a él y precisamente a su través. Ni siquiera cabría hablar, pues, de fractura de la Humanidad en estados porque tampoco tiene sentido, si no es metafísico, partir de una unidad previa: antes de estar repartido en Estados, el Género humano, estaba dividido en tribus, hordas, bandas…
Así pues no cabe hablar de una clase universal de desposeídos, como tampoco cabe hablar de la clase universal de los propietarios, ni de lucha antagónica entre ellas.
La lucha de clases, que desde la Fundación DENAES de ninguna manera negamos, tiene lugar en efecto, pero siempre a través de la plataforma de los Estados, siendo solo desde esta plataforma como es posible una “acción de clase” que no sea utópica. Poco sentido tiene pedir a un gobierno que luche “contra los propietarios en favor de los poseídos” cuando no hay tal distinción (además de que sería completamente desproporcionado pedirle a un gobierno que desarrolle un poder sobre lo que no tiene potestad).
Desde la Fundación DENAES pedimos, y así se lo sugerimos a sindicatos y partidos, algo bastante más modesto que luchar universalmente contra “los propietarios”: a saber, que no se procure la destrucción del mercado laboral español imponiendo “fronteras” internas (por ejemplo lingüísticas) en España. Sepan cuantos que hoy, en España, no es suficiente hablar español (lengua oficial y común) para acceder al mercado laboral.
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA