Estimados amigos:
El reciente comunicado de lo que la banda terrorista ETA ha denominado «cese definitivo de la actividad armada» es, en estos días, el asunto más tratado en España.
Por una parte, la reacción de la inmensa mayoría de los medios de comunicación y de los partidos políticos ha sido la de transmitir la idea de que estamos en la coyuntura más importante en lo que al final de la banda terrorista ETA se refiere; sin embargo, las últimas encuestas arrojan el dato de que la sociedad civil parece no pensar lo mismo: seis de cada diez españoles desconfían del comunicado etarra y sólo un 33% creen que significará el final de la banda terrorista ETA. Pero los datos son más tajantes en la pregunta de si es necesario desarmar a ETA y continuar en la persecución policial y judicial: el 90% opina que es indispensable conseguir el desarme absoluto de la banda criminal y su desmantelamiento a través de la acción de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Las dudas que nos ofrece este panorama son numerosas. En primer lugar, porque los antecedentes históricos de treguas semejantes nos han demostrado que sólo sirvieron para hacerse más fuertes y engañar al conjunto de la sociedad española. En segundo lugar, porque este comunicado viene precedido de lo que se ha llamado “Conferencia de Paz”, que no ha sido más que un acto teatral de desvergüenza y traición que ha funcionado de preámbulo y legitimación a los terroristas para el comunicado posterior. En tercer lugar, porque en este último comunicado la banda asesina no se refiere a su propia desaparición ni a la entrega de armas, no aporta información de la posición de sus zulos y arsenales, ni muestra un atisbo de misericordia o arrepentimiento hacia las víctimas del terrorismo. Muy al contrario, mantiene las mismas formulas violentas empleadas siempre en sus comunicados y guardan, simplemente, la pistola en un cajón. En cuarto lugar, porque no debiéramos fiarnos de un Gobierno que se ha postrado ante ETA en asuntos de tanta relevancia como la entrada de Bildu en los Ayuntamientos vascos y navarros, utilizando además las Instituciones (en esta ocasión el Tribunal Constitucional) para darle placer a los terroristas. Y por último, porque tenemos la certeza de que ETA no abandonará su vía criminal hasta que no consiga sus fines políticos, que no son otros que la secesión del País Vasco y la ruptura de la unidad de la nación española.
Y es en este punto, en lo referente a la unidad de la nación española, donde queremos poner el acento. Porque nadie puede llevarse a engaño: los fines políticos de ETA (los mismos, por cierto, que los del PNV) pasan por romper las páginas de cientos de años de nuestra Historia y por socavar los cimientos de nuestra Nación. Unos cimientos que hoy son más débiles que nunca, mientras atendemos a las componendas del Gobierno con los criminales y al silencio cómplice de muchos otros, que han permitido que hoy Bildu gobierne en cerca de 1.000 Consistorios y tenga mayor poder económico, institucional representativo y un control más férreo de los ciudadanos vascos.
Que nadie cierre los ojos y se deje convencer: si fuera cierto, en todo caso, el fin de ETA como banda terrorista, ¿acaso el proyecto totalitario y separatista de ETA no es también el que ejerce desde los escaños y los despachos? ¿Acaso la persecución política, el control de los ciudadanos, el rechazo institucional a quienes no comulgan con sus tesis secesionistas, el desprecio a las víctimas del terrorismo, el trato favorable a los criminales o la presión asfixiante diaria no son otras expresiones intolerables de terror?
Pero que nadie abra tampoco la mano: si fuera cierto, en todo caso, el fin de ETA como banda terrorista, no debe tolerarse por la sociedad civil ningún tipo de negociación, proceso político ni conversación con ellos, y mucho menos cualquier ventaja judicial o carcelaria, como posibles amnistías o acercamientos. Sólo su persecución y puesta a disposición de la Justicia.
En fin, conocemos el pasado y vivimos el presente, pero debemos preguntarnos hoy por el futuro inmediato de España. Ante esta situación, cabe plantearse las siguientes cuestiones: ¿Se seguirá la hoja de ruta marcada en la Conferencia de San Sebastián, lo que conllevaría una negociación con ETA? ¿Se permitirá a ETA, a través de un partido político nuevo, presentarse a las próximas Elecciones Generales? ¿Cuáles serán los pasos a dar por este Gobierno o por el resultante de las próximas elecciones del 20-N? ¿Ha vencido España, tras este comunicado, o los vencedores son hoy los criminales? ¿Está hoy más o menos en riesgo la unidad de la nación española tras el comunicado de ETA?

CIUDADES EN LAS QUE SE VA A CELEBRAR EL OBSERVATORIO: Las Palmas de Gran Canaria, Oviedo, Jaen, Sevilla y Collado Villalba.