Estimados amigos:

La actualidad de nuestra Nación sigue pendiente del nacionalismo separatista, tanto en Cataluña como en el País Vasco. En el segundo caso, la reciente publicación de un manifiesto de Batasuna en el que exigen que el diálogo del gobierno de España con la banda terrorista ETA debe producirse en una mesa formada para la ocasión. Un indicio más que sumar a la impresión general que existe acerca de un diálogo con los terroristas que el gobierno nunca ha roto, máxime sabiendo que la autorización concedida por el Congreso de los Diputados para el diálogo con ETA aún no ha sido derogada.

Sin embargo, la noticia más importante durante este mes, muy nombrada durante las últimas semanas, ha sido la falta de acuerdo entre los miembros del Tribunal Constitucional a propósito del recurso sobre el Estatuto de Cataluña. A raíz de este desacuerdo, se han multiplicado las presiones, sobre todo desde los partidos separatistas catalanes, para que se produzca la recusación de los magistrados y su sustitución por otros más afines a la causa nacionalista. Incluso se ha invitado al Partido Popular a que retire el recurso de inconstitucionalidad planteado en su día, para «desbloquear la situación» y permitir que un Estatuto inconstitucional que sostiene la soberanía de Cataluña como Nación, por encima de la soberanía española, sea refrendado legalmente.

No menos importante, aunque ya en el ámbito de las amenazas externas a la Nación Española, hemos de valorar las constantes provocaciones de Marruecos sobre la ciudad de Melilla, con carteles que la denominan como «ciudad ocupada» en los puestos fronterizos marroquíes y que han causado la justa indignación de los ciudadanos españoles de la zona. Provocación que «resulta una amenaza explícita, y en toda regla, para la soberanía española en relación a tales localidades (llamadas «presidios» por la prensa marroquí afín al régimen alauita) siendo realmente, Marruecos, la única nación extranjera que amenaza con la anexión de una parte del territorio nacional español» (Santiago Abascal y Gustavo Bueno, En defensa de España. Razones para el patriotismo español, páginas 183-184).

Otra noticia importante en nuestra Nación ha sido la falta de acuerdo en la aprobación del Estatuto de Autonomía de Castilla la Mancha, a propósito del problema del blindaje de la cuenca hidrográfica que afecta al trasvase del Tajo-Segura y en consecuencia a regiones tan necesitadas del agua como son Murcia y Valencia. Un problema de carácter inequívocamente nacional fue planteado por el PP en términos más ajustados al interés de la Nación (una reserva mínima para Castilla la Mancha, sin excluir los trasvases), pero el PSOE, que defendía el blindaje de la cuenca hidrográfica, rechazó el texto, dando muestras tal desacuerdo de los graves problemas de articulación autonómica con los intereses nacionales, donde ninguna provincia, en tanto que parte de España, puede considerarse con más privilegios soberanos que el conjunto de la Nación: «las distintas partes de España (regionales, municipales, personales) participan de la soberanía nacional española, no existiendo en el ejercicio del poder soberano ningún tipo de privilegio de alguna de las partes sobre las demás» (Santiago Abascal y Gustavo Bueno, En defensa de España. Razones para el patriotismo español, pág. 18).

Pero la cuestión de más actualidad en nuestra Nación es sin duda el nuevo referendum de autodeterminación en Cataluña, tercero en el actual curso político que ha tenido lugar ante la pasividad de las autoridades locales y nacionales. Dicha consulta, celebrada el 25 de abril en más de doscientos municipios catalanes, ha contado incluso, en el colmo del delirio, con la presencia de «observadores internacionales de Euskal Herria», tal y como se han autodenominado varios miembros de Batasuna y Eusko Alkartasuna presentes en el sedicioso proceso.

Independientemente del éxito o fracaso que haya podido tener la consulta independentista, es de destacar que, al igual que sucediera con los referendums de los pasados meses de septiembre y febrero (celebrados cada vez en mayor número de municipios por cierto), su carácter de expolio de la soberanía española se mantiene en sus pretensiones, carentes tales consultas de la más mínima legitimidad pero cada vez más contínuas en el tiempo. En suma, amenazas explícitas formales a la Nación Española, actos de sedición intolerables que tienen lugar ante la pasividad de las autoridades que deben velar por el sostenimiento de la Nación Española. Pasividad que prueba la corrupción de la soberanía española que unir al acto de secesión, pues «a la divergencia de una de las partes en la que se ejerce el poder soberano para constituirse, tal parte divergente, en un todo soberano se llama secesión; a la degeneración del poder soberano que lleva a la impotencia de su ejercicio se le llama corrupción (que en el límite puede conducir a la disolución de la sociedad política)» (Santiago Abascal y Gustavo Bueno, En defensa de España. Razones para el patriotismo español, pág. 18).

Ante estas situaciones cabe plantearse las siguientes cuestiones:

¿Qué fórmulas articular para garantizar la soberanía nacional española en materias tan básicas como la gestión de los recursos de la nación?

¿Cómo conjurar las constantes amenazas explícitas a la Nación Española por parte del separatismo catalán?

Ciudades donde se va a celebrar este Observatorio: Santander, La Coruña, Oviedo, Madrid, Zaragoza, La Línea de la Concepción (Cádiz), Alcalá de Henares (Madrid), Majadahonda (Madrid), Collado Villalba (Madrid) y Sevilla.