No quería convertirse en protagonista pero acaparó muchos focos de una velada en la que se exaltó el patriotismo sin complejos y a la que no acudieron varios de los invitados del PP.


DENAES premió a Juan Carlos Pérez de la Fuente, Nike, la CEU San Pablo, Air Berlín y al programa

DENAES premió a Juan Carlos Pérez de la Fuente, Nike, la CEU San Pablo, Air Berlín y al programa

A.I.M.

27 de enero de 2009

«María, he recibido tu ponencia. ¡Arriba España!». Era el SMS que María San Gil recibió en su teléfono móvil poco antes de que decidiera abandonar la Presidencia del PP vasco, en el que el líder de los populares canarios, José Manuel Soria, se mofaba de su patriotismo. Y fue precisamente su patriotismo y su amistad con Santiago Abascal lo que propició este martes la reaparición de San Gil en Madrid por primera vez desde que se desvinculara del «nuevo PP», como ya detalló El Semanal Digital.

San Gil asistía en la sede del Gobierno regional de Esperanza Aguirre a la entrega de la segunda edición de los premios Españoles ejemplares, que entrega la Fundación para la Defensa de la Nación Española (DENAES), presidida por Abascal, hasta ahora diputado en el Parlamento vasco. La ex líder del PP del País Vasco llegó pronto a la madrileña Puerta del Sol. Y muy sonriente. Dicen sus cercanos que se la ve más serena desde que no está en primera línea de la política.

Se dedicó a repartir besos y abrazos entre sus muchos conocidos y entre los espontáneos que se acercaban a pedirle que volviera. Quería mantenerse en un plano discreto, pero le fue imposible. Todas las cámaras la apuntaban. Pero ella no quiso hacer declaraciones, como no lo ha hecho desde que dejó sus responsabilidades. Incluso se disculpó con los periodistas por su mutismo. Como una más, ocupó su sitio en la primera fila en medio de una lluvia de aplausos de las 400 personas del público. San Gil siempre ha gozado y sigue gozando de las simpatías de muchos madrileños. Empezando por la propia Aguirre, que le ofreció un puesto en su Gobierno tras su divorcio político de Mariano Rajoy.

Fue precisamente el largo abrazo entre ambas uno de los momentos más emotivos de la cita. Y también las palabras que Abascal le dedicó desde el escenario «con todo el cariño y la admiración a una española ejemplar». Fue entonces cuando el público le dedicó su segundo aplauso de la noche, más largo aún que el primero. Aguirre era la única dirigente del PP presente en la entrega de premios. DENAES había invitado a varios miembros de la Dirección nacional, pero no acudieron. Ni tampoco los dirigentes del PP vasco: Antonio Basagoiti excusó su presencia y Alfonso Alonso finalmente no se presentó.

Sí estaba en cambio la alcaldesa de Lizarza y miembro del jurado, Regina Otaola, sangilista de pro como Abascal. José Antonio Ortega Lara, también parte del jurado, tampoco faltó. Curiosa la estampa de San Gil y Ortega Lara juntos: los dos dieron la espalda a Rajoy por el mismo motivo, bajas que el presidente de los populares calificó como uno de los momentos más duros de su carrera política. Y a los dos ensalzó Aguirre en su intervención por su defensa de la libertad.

El acto de DENAES fue toda una exaltación del patriotismo español sin complejos. Entre los premiados, Antonio Jiménez y su El gato al agua de Intereconomía se llevó la mayor ovación de la velada. «Los que estamos aquí no somos bichos raros. Somos españoles», afirmó el periodista. «Somos patriotas y en eso no tenemos ningún complejo», continuó.

DENAES también reconoció la labor del director y productor teatral Juan Carlos Pérez de la Fuente; la de Nike por su campaña publicitaria Ser español ya no es una excusa, es una responsabilidad, protagonizada por Pau Gasol; la de la Fundación Universitaria San Pablo CEU; y la de Air Berlín, por no plegarse a las amenazas para que sustituyera el castellano por el catalán en varias de sus rutas. «Este premio nos da fuerzas para seguir combatiendo al mayor enemigo del sentido común», señaló su emocionado presidente en España, Álvaro Middelmann, refiriéndose a los nacionalismos. La velada, como no podía ser de otra forma, terminó con el himno español sonando por los altavoces del patio central de la Real Casa de Correos.