Texto para el Observatorio de la Nación del mes de marzo de 2016


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Estimados Amigos de la Nación y simpatizantes de nuestra Fundación:

Cumplidos más de 100 días desde que se celebraran las Elecciones Generales de 20 de Diciembre de 2015, España sigue sin tener un gobierno que responda a tal convocatoria electoral, toda vez que el existente lo es en funciones mientras se suceden las escaramuzas y escenificaciones de intento de formar uno nuevo.

Los días posteriores a una Semana Santa que, al menos desde los revolucionarios días de la breve y burguesa II República española, nunca había sido objeto de tantos ataques en unos tiempos en los que la amenaza islamista debiera concentrar la atención de aquellos que pueden permitirse ciertos desahogos anticlericales precisamente por pertenecer a una Nación como la nuestra, han servido para recuperar el juego de amagos y faroles que llevan desplegando PSOE y Podemos ante las cámaras, con la presencia de un Ciudadanos que generosamente calificaremos como convidado de piedra.
En este contexto, en el de una negociación que tiene por objeto la ocupación de los más preciados sitios del hemiciclo enclavado en la Carrera de Los Jerónimos, que acaso no sea otra cosa que una campaña preelectoral, conviene no perder de vista todo lo que está ocurriendo en la llamada vida política de España, es decir, todas aquellas medidas y decisiones que adopta la partitocracia gobernante. Y empleamos el término «partitocracia», huyendo de todo fundamentalismo democrático, porque no ha de olvidarse que el partido que con más ardor defendía un juvenil movimiento asambleario, marcado por la defensa a ultranza de la transparencia, streaming, incluido, ha resultado ser el representante más conspicuo del oscurantismo y la corrupción que todo lo invade.

Una corrupción que en su dimensión delictiva endosan todos al Partido Popular, olvidando casos tan graves y cuantiosos como el de los EREs de Andalucía, pero que en su manifestación no delictiva, pues las leyes españolas están hechas ad hoc de muchas aspiraciones secesionistas, cabe imputar sobre todo a los principales protagonistas de la negociación aludida: PSOE y PP, tan sañudos al perseguir a quienes se han enriquecido con las arcas públicas como transigentes con quienes pretenden mutilar, robar en definitiva, partes constitutivas de la Nación.

En la Fundación DENAES hemos insistido hasta la saciedad de las nefastas consecuencias que tendría para la Nación cualquiera de las dos vías que pretenden impulsar Sánchez e Iglesias. En el caso del primero, la murga consistente en proponer una reforma federal de la Constitución no cabe interpretarse sino como una concesión al partido catalanista con el que se presenta en Cataluña, ese PSC siempre dispuesto a contribuir a la desnacionalización de Cataluña cuando no a impulsarla directamente por medio de Estatutos cuya aprobación requiere siempre de un hombre convenientemente situado en La Moncloa. Recuerden nuestros socios la actitud de un José Luis Rodríguez Zapatero que no ha desaprovechado recientemente la ocasión de reivindicar lo que él quizá considera una de sus mejores obras: el Estatuto que le dictaron en Barcelona a cambio de su apoyo como Secretario General de su partido, cargo que le sirvió para acceder a la Presidencia del Gobierno, y que abrió la caja de Pandora de un movimiento reformista que en su culminación llevaría a España a una verdadera balcanización marcada por el aldeanismo más cerril y cursi. En la estela de tal Estatuto que los tribunales, a los que tan poco respeto muestra Zapatero, recortaron de forma insuficiente, hemos de situar intentos como el llevado a cabo por el gobierno rebelde de Cataluña, ese gran anhelo que haría las delicias de muchos de los piratas mediterráneos allí avecindados: la Hacienda propia.

En efecto, en los últimos tiempos hemos podido ver cómo los independentistas, siempre parasitarios de España, trataban de armar tal institución que parece haber entrado en punto muerto recientemente, toda vez que la presidenta de la Diputación de Barcelona, Mercè Conesa (CDC), parece ahora desdecirse de su intento de robarle a sus 5000 funcionarios mediante el ardid de quedarse con retenciones del IRPF, tras comprobar, naturalmente, que no existía seguridad jurídica… Responsabilidad del actual Gobierno en funciones será yugular esta rapaz iniciativa que no dudamos tratará de ponerse en marcha quizá en algún pequeño lugar de Cataluña para luego extenderse a su totalidad, tal y como se procedió con el famoso referéndum del que esperamos se deriven responsabilidades penales para sus responsables.

Y si el PSOE parece empeñado en volver al pasado, con una reedición del Estatuto o con ese cordón sanitario inspirado en el Pacto del Tinell que ya ha desplegado un Sánchez que permite toda clase de humillaciones y chantajes por parte de Podemos con tal de acceder a La Moncloa, la actitud de Podemos no es menos criticable, pues como hemos advertido en muchas ocasiones, se trata del partido que representa la quintaesencia de un régimen, el actual, cuya realización abunda en la diferencia entre españoles. Esta fe diferencial es la que explica que Podemos se sienta tan a gusto con esas facciones hispanófobas y reaccionarias arraigadas cual mala hierba en Vascongadas: PNV y las diferentes marcas de ETA, ya sean las que actúan en los hemiciclos ya las que custodian las pistolas como amenaza latente. Siempre al servicio de las sectas hispanófobas, Podemos anhela la puesta en marcha de cualquier proceso separatista emboscado en el denominado «derecho a decidir», a decidir la ruptura de la Nación, evidentemente.

En estas circunstancias no cabe sino afinar el análisis de las escenas que a diario nos ofrecen las telepantallas a menudo rendidas a los planes desnacionalizadores, teniendo siempre presente que las reformas que se pretenden sólo podrían salir adelante con la participación cómplice de un PP del que debe esperarse una actitud firme ante estos corruptos partidos. Por todo ello, en este Observatorio invitamos a sus participantes a debatir las alternativas y medidas posibles con el objeto de afilar nuestra crítica en momentos tan delicados como los que atraviesa nuestra Nación Española.

Fundación Denaes, para la defensa de la Nación española