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«No voy a tirar la toalla, quiero ver a Zurutuza en el banquillo». Con esta contundencia se expresa Ramona Garrido, que, a sus 71 años, viene dedicando casi la mitad de su vida a luchar para que el asesinato de su marido, José María Latiegui, perpetrado por ETA en 1981, no quede impune por la injusticia de una prescripción que nunca debió haberse permitido. Esta mujer coraje, que llegó a entrevistarse con Sarkozy, que está dispuesta a exigir a Hugo Chávez cara a cara, —si se produjera el «milagro» de recibirla—, la entrega de los etarras acogidos en el «santuario venezolano», abandera su propia lucha particular con un objetivo: que los de ETA sean reconocidos como crímenes contra la humanidad para que ninguno de sus pistoleros quede impune, para que en ningún lugar de la faz de la tierra se sientan seguros.

El representante legal de Ramona, Miguel Ángel Rodríguez, experto en Derecho Penal internacional, está convencido de que el terrorismo de ETA tiene encaje en lo que la Corte Europea de Derechos Humanos o la Convención de Ginebra entiende como delitos de lesa humanidad. Ello, porque la banda de «Ternera» ha mantenido durante más de cincuenta años «un ataque generalizado o sistemático contra una población civil» —la no nacionalista—, que se ha saldado con más de 800 asesinatos, 4.000 personas perseguidas que han requerido la protección de escoltas, y 250.000 vascos forzados a abandonar su tierra.

Si la Justicia considerara de «lesa humanidad» los crímenes de ETA, sus cabecillas y pistoleros no encontrarían asilo en ningún país del mundo, como ahora ocurre con Cuba, Venezuela, Uruguay, Nicaragua…; no prescribirían sus delitos por el mero cumplimiento de plazos, en muchas ocasiones debido a la desidia o contradicciones de la propia Justicia, como ocurre ahora, por ejemplo en el caso del asesinato de Latiegui; yse cerraría la puerta a que, como premio por el «cese definitivo» de los atentados, puedan regresar a España decenas de pistoleros que en en la década de los ochenta protagonizaron los «años de plomo». Si esa misma Justicia contemplara la barbarie de ETA como «crímenes de lesa humanidad», quedaría descartada la posibilidad de un final de ETA impune, sin vencedores ni vencidos, como se reivindica ahora no solo desde el mundo batasuno, sino también nacionalista. Y cabecillas como «Josu Ternera» o «Antxon», al frente de la cúpula etarra cuando el asesinato de Latiegui, no hubieran salido incólumes del brutal historial acumulado por la banda.
Y en esta batalla contra la impunidad está inmersa desde hace años Ramona Garrido, que ve inaceptable que José Antonio Zurutuza, «Capullo», no sea juzgado por el asesinato de su marido José María Latiegi. Tampoco se resigna a que otros muchos crímenes perpetrados por la banda de «Ternera» queden sin ser juzgados. Por ello, entre un sinfín de iniciativas, esta mujer coraje ha enviado cartas a los presidentes de países como Cuba, Nicaragua, Venezuela, Uruguay, México… para que pongan a disposición de la Justicia a los muchos etarras allí cobijados. De momento ningún mandatario le ha contestado. «Esperaré». «¿Que si estaría dispuesta a hablar cara a cara con Hugo Chávez? En principio no creo en ese milagro, pero si se produce y accediera a recibirme, por supuesto».

Seguirá luchando en soledad, «si no hay más remedio», aunque se sentiría «encantada» de recibir apoyo de entidades como la Fundación de Víctimas de Terrorismo, la AVT, Dignidad y Justicia o Covite. Lo que tiene claro es que no cejará en su empeño de ver a Zurutuza en el banquillo. «Aunque me estrelle una y otra vez contra el muro, seguiré hasta romperlo». Ramona está convencida de que hay muchos familiares de víctimas que desconocen quiénes asesinaron a sus maridos, hijos… y quizá estén a las puertas de la impunidad por prescripción del delito. Por ello les anima a que intenten informarse y, para hacer causa común, les propone ponerse en contacto con ABC. «Hay viudas, a las que ETA les arrebató su marido, hay madres a quienes la banda les arrebató su hijo, y que a fecha de hoy no tienen más que el acta de defunción».
«»Capullo» bajó los ojos»
«Capullo» acumula once causas pendientes, pero solo ha podido ser juzgado por los asesinatos de Enrique Cuesta y su escolta, por los que fue condenado a 46 años de cárcel. Durante la vista fue expulsada de la sala junto a su hija por reclamar justicia. Tuvo ocasión entonces de verse cara a cara con el pistolero.«Las dos le miramos a la cara y entonces bajó los ojos».

De momento le queda la satisfacción de haber contribuido a que Zurutuza fuiera entregado a España por otras causas. El etarra fue detenido el 5 de febrero de 2004 en Biriatou cuando trabajaba en la empresa tapadera de ETA llamada Olabe. Al enterarse de que era el asesinmo de su marido, se desplazó a Francia y logró entrevistarse con el entonces minmistro del Interior Sarkozy y luego con su sucesor Villepin. «Estos años he sentido rabia, mucha rabia. No lo puedo evitar. Yo no puede perdonar, sobre todo, si no me piden perdón. Seguiré luchando hasta ver a «Capullo» en el banquillo. No me importa que ya esté cumpliendo condena. Se lo debo a mi marido, a mis hijas que como yo lo hemos pasado muy mal», concluye, plena de coraje, Ramona Garrido.