Ocho veteranos presos de ETA han suscrito una carta en la que plantea la necesidad de «reconocer y reparar» los daños causados a las víctimas del terrorismo. Quieren «participar en el proceso», dice la misiva.
2010-05-15
EFE
Entre los firmantes de la misiva, a la que ha tenido acceso Efe, se encuentran veteranos ex terroristas de ETA que cumplen condena en prisión, como Carmen Gisasola, Joseba Urrusolo Sistiaga, Kepa Pikabea y Rafael Caride Simón. El resto de suscriptores de la misiva son Andoni Alza Hernández, Koldo Carrasco Aseginolaza, Fernando de Luis Astarloa y Josu García Corporales.
Algunos de estos reclusos mantienen una posición crítica con la dirección de ETA desde hace más de una década, motivo por el que abandonaron la disciplina de la organización terrorista, que posteriormente anunció su expulsión de la banda. Debido a este hecho, el alcance de la misiva será muy limitado dentro del entorno proetarra.
Los ocho firmantes se refieren al papel de los reclusos en una eventual negociación que no debe ser el de mantener un «frente de lucha» como «algunos siguen planteando en la izquierda abertzale», sino el de «participar en la reflexión política para el proceso de paz».
Tras decir que llevan «muchos años planteando la necesidad de poner fin» al terrorismo y de avanzar por vías exclusivamente pacíficas y democráticas», este grupo, que firma como «presos comprometidos con el irreversible proceso de paz», explica que han empezado a «dar pasos concretos en ese sentido».
En este camino consideran que «hay que plantear el tema de las víctimas y el reconocimiento-reparación de los daños causados», una cuestión que reconocen «delicada», por lo que «no se debe plantear como un nudo que bloquee».
«Pero debemos asumirlo como un acto de reconocimiento de las consecuencias del conflicto, tal y como lo asumieron en los acuerdos de paz de Suráfrica e Irlanda», agregan.
Los ocho reclusos apuestan por «empezar a abrir espacios de entendimiento y acercamiento entre las personas para facilitar la comunicación que ayude a crear un clima favorable a la superación de las heridas creadas por tantos años de conflicto».
El documento critica que «algunos» desde el entorno etarra entiendan a los presos como un «frente de lucha» y hablen sólo de «amnistía y libertad, como si eso se fuera dar así, tal cual, sin tener en cuenta que se parte de una situación muy enconada» que lleva a que la liberación de los reclusos «pueda alargarse en el tiempo».
Abogan por superar la «mentalidad» que ha impedido a los presos de ETA acogerse a beneficios penitenciarios, ya que «sigue siendo un tema tabú el poder salir de permiso, en tercer grado o en libertad condicional».
Como es habitual, recurren al proceso de Irlanda y dicen que en los presos «pedían el cambio de grado y salían de permiso para participar en los debates y asambleas a favor del ‘cambio de ciclo'».
Estos presos lamentan que para los reclusos de ETA sólo quedan dos opciones: pertenecer al colectivo de presos de la organización terrorista (EPPK) o «el abismo», lo que tiene «consecuencias» que repercuten también en sus familiares y entorno.
«No tratamos de posicionarnos en contra de los que están en el colectivo», sostienen, sino que «sólo queremos que se respete a los presos que, estén en el EPPK o no, quieran posicionarse en este proceso irreversible de paz y dar pasos concretos sin tener que enfrentarse al abismo, a las calumnias ni a las descalificaciones».
Algunos de los firmantes de la carta, como José Luis Urrusolo Sistiaga, histórico del grupo Madrid, Carmen Gisasola, jefa de los grupos de ETA en los años 80, y Rafael Caride Simón, condenado como autor material del atentado de Hipercor en 1987, han sido recientemente trasladados a la cárcel de Nanclares de Oca, en Álava, debido a sus conocidas posiciones en contra de la estrategia de ETA