Cuando a finales de marzo, los sindicatos nacionalistas ELA, LAB, ESK, STEE-EILAS, EHNE e HIRU convocaron una huelga general en Euskadi y Navarra para protestar por la crisis, el ‘chantaje’ de la patronal a los trabajadores y la política del Gobierno, ya sabían que Patxi López sería designado lehendakari.

Iñigo G. Aldazabal | Bilbao

Cuando a finales de marzo, los sindicatos nacionalistas ELA, LAB, ESK, STEE-EILAS, EHNE e HIRU convocaron una huelga general en Euskadi y Navarra para protestar por la crisis, el ‘chantaje’ de la patronal a los trabajadores y la política del Gobierno, ya sabían que Patxi López sería designado lehendakari.

Aunque en ningún momento los socialistas han vinculado esta huelga con la presencia de López en Ajuria Enea, lo cierto es que los sindicatos nacionalistas nunca convocaron una huelga contra el Gobierno de Juan José Ibarretxe, por mucho que responsables sindicales nacionalistas aseguren que las agendas sindical y política van por caminos separados.

En el mundo nacionalista, la movilización, que ha sido rechazada por el PNV, cuenta con el apoyo de EA y Aralar e incluso Arnaldo Otegi ha dicho que evidenciará la «apuesta de la izquierda abertzale por liderar una mayoría independiente».

En los quince días del nuevo Gobierno vasco, el del cambio, el lehendakari ha intentado comenzar un diálogo social, con empresarios y centrales sindicales, que no existía desde hace años.

El lunes se reunió con Confebask y las patronales provinciales SEA, Cenek y Adegi, el mismo día que su consejero de Economía Carlos Aguirre reconocía que Euskadi ha entrado ‘oficialmente’ en recesión en el primer trimestre del año, con un descenso intertrimestral del PIB del 1,7%, una destrucción de 30.000 empleos para 2009 y un futuro incierto en los 20 próximos meses.

Todo lo contrario de lo que defendía el anterior Ejecutivo de Ibarretxe, hasta el día de las elecciones vascas, para quien Euskadi se hallaba en inmejorables condiciones para afrontar una crisis económica como la actual.

Sin respuesta

Los sindicatos no han reaccionado estos días al anuncio de López de iniciar una ronda de contactos previa a una mesa de diálogo social, salvo las «dudas» de UGT porque la primera reunión fuera con la patronal, Confebask.

Hasta el lunes, cuando los sindicatos nacionalistas respondieron airadamente a un decreto de servicios mínimos establecido por el Ejecutivo de López que consideraban «abusivo y regresivo», que perseguía «limitar el derecho fundamental de huelga» y lo recurrieron ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV).

El miércoles, el tribunal, en varios autos, rechazaba la suspensión cautelar de la orden de servicios mínimos de la Consejería vasca de Empleo y Asuntos Sociales, solicitada por ESK, ELA, LAB y STEE-EILAS.

A la espera de las valoraciones cuando acabe la jornada, en las que la política tendrá su lugar destacado, los sindicatos nacionalistas quieren que su huelga general sea un éxito.

Para ello han convocado piquetes desde primeras horas del día, sacarán camiones y tractores a las carreteras, y celebrarán marchas en los barrios y manifestaciones que por la tarde llegarán unidas a las tres capitales vascas y a Pamplona.

Por su parte, el consejero de Interior, Rodolfo Ares, ha asegurado que hoy su departamento utilizará todos sus recursos para «garantizar el derecho a la huelga como para garantizar el derecho al trabajo». Y se lamentaba de que los sindicatos nacionalistas no llevaran «sus reivindicaciones a esa mesa de diálogo que el lehendakari, Patxi López, ya ha abierto».