La Voz de Barcelona

En Cataluña, los alumnos castellanohablantes obtienen peores resultados académicos que los catalanohablantes, y esto es debido a la inmersión lingüística escolar obligatoria exclusivamente en catalán. Esta es la conclusión que se extrae del informe Evaluación de las desigualdades educativas en Cataluña que ha presentado este martes la Fundació Jaume Bofill, tras analizar detalladamente los datos de las pruebas PISA de 2009, y que confirma las conclusiones a las que había llegado la asociación Convivencia Cívica Catalana.

Al igual que ocurrió en el año 2006, en Cataluña todas las pruebas para el informe PISA 2009 (en los tres ámbitos evaluados: comprensión lectora, matemáticas y ciencias) se realizaron únicamente en catalán, lo que descarta la posibilidad de utilizar estos resultados para comparar el nivel de castellano de los alumnos catalanes con los del resto de España, a pesar de que desde el nacionalismo catalán se apela a estos informes para defender las supuestas bondades de la inmersión.

20 puntos de diferencia entre catalanohablantes y castellanohablantes

Pero, además, los resultados extrapolados por la Fundació Jaume Bofill confirman la realidad del impacto que el sistema de inmersión obligatoria en catalán produce sobre los niños castellanohablantes. Según este informe, los niños que tienen como lengua habitual el catalán obtuvieron una media de 511 puntos en la prueba de comprensión lectora, mientras que los alumnos cuya lengua habitual es el castellano, solo alcanzaron 491 puntos. Esta diferencia de 20 puntos se amplía si se compara con los resultados de los niños que tienen otras lenguas maternas, quedándose, en este caso, únicamente en 407 puntos de media.

Como es lógico, la misma situación se traslada al resto de pruebas, también realizadas únicamente en catalán. En el caso de las matemáticas, los niños castellanohablantes obtuvieron 480 puntos, mientras que la media de Cataluña fue de 496. En la prueba de ciencias, los alumnos castellanohablantes alcanzaron una puntuación de 489, frente a una media total de 497 puntos. En esta ocasión, el informe no detalla la media de resultados de los niños catalanohablantes, pero, ponderándolos en base a la prueba de comprensión lectora, la distancia entre ambos colectivos estaría alrededor de los 30 puntos en el caso de las matemáticas, y en torno a los 20 puntos en ciencias.

La fundación reconoce que no usar la lengua materna empeora los resultados

La Fundació Jaume Bofill, que recibe subvenciones de la Generalidad, es una entidad privada que tiene entre sus objetivos el de ‘contribuir a la afirmación nacional de Cataluña en el marco del respeto y de la promoción de los derechos de los pueblos’, lo que le libra de cualquier sombra de sospecha de ser una entidad beligerante con el nacionalismo.

De hecho, la fundación trata de suavizar estos datos señalando que ‘esta diferencia no es estadísticamente significativa’, y considera que la mitad de ella podría deberse al ‘efecto del nivel socieconómico del alumno y del centro’. Sin embargo, reconoce que examinarse ‘en una lengua diferente de la que el estudiante utiliza en su casa le supone obtener una puntuación más baja (en torno a 10 puntos) que si lo hiciese en su lengua materna’. Exactamente lo que vienen denunciando los críticos con el sistema de inmersión obligatoria.

Cuadro comparativo con los resultados de las pruebas de comprensión lectora -en función de la lengua materna de los alumnos- en las CCAA con dos lenguas oficiales que realizaron los informes PISA 2009 (fuente: Fundació Jaume Bofill).
La Consejería de Educación maquilló las pruebas

Esta no es la única conclusión que extrae el estudio. En el momento de conocerse los resultados del informe PISA 2009, en diciembre de 2010, la Consejería de Educación de la Generalidad mostró su alegría porque en el ámbito de la comprensión lectora en Cataluña se habían obtenido 498 puntos de media, 21 más que los 477 del informe anterior, correspondiente al año 2006. Y también se había mejorado en matemáticas (8 puntos) y en ciencias (6 puntos).

Sin embargo, poco después, varios expertos trataron de rebajar la alegría de los gobernantes, asegurando que había habido un error en el informe PISA 2006 por el que había infravalorado las puntuaciones en torno a 20 puntos en los tres ámbitos. Si eso fuera cierto, en realidad, no se habría producido ninguna mejoría en ese trienio.

Por si eso fuera poco, ahora, la Fundació Jaume Bofill ha denunciado que la Generalidad cometió varias irregularidades graves en la ejecución de las pruebas para el informe PISA 2009. Según la entidad nacionalista, la Consejería de Educación excluyó a unos 150 alumnos del nivel más bajo (repetidores, alumnos de 3º de ESO, e hijos de inmigrantes) para conseguir mejorar los resultados finales. El porcentaje de alumnos inmigrantes examinados fue del 11,2% del total, cuando en realidad suponen el 17,5% del total de la ESO. Y se aumentó la proporción de alumnos de 4º de ESO, que suelen sacar mejor puntuación que los de 3º. Este ‘sesgo de la muestra’ se considera como un ‘déficit importante’ del proceso evaluador, que finalmente solo examinó a 1.381 alumnos de los cerca de 1.500 previstos.

La Generalidad analizará el informe de la Fundació Jaume Bofill

Como era de esperar, la Consejería de Enseñanza no está muy de acuerdo con las conclusiones de la Fundació Jaume Bofill, y se ha apresurado a anunciar que ‘ha encargado al Consejo Superior de Evaluación que analice el estudio del informe PISA sobre la evaluación de las desigualdades educativas en Cataluña’.

En un comunicado, el departamento dirigido por Irene Rigau ha asegurado que ‘los resultados de la aplicación de los criterios de exclusión’ de los alumnos a los que se les hizo los exámenes se llevaron a cabo ‘siguiendo los criterios marcados por PISA’ y fueron validados por ‘la empresa contratada para el conjunto del Estado español’.

Además, ha señalado que, respecto a ‘la diferencia de puntuación entre el alumnado nacido en Cataluña y aquel que es de origen inmigrante’, que es otra de las conclusiones del informe, ‘hay que tener en cuenta que esta diferencia se podría explicar por la diversidad lingüística y cultural que hay en Cataluña‘.