Yo votaré al PP, porque me parece inevitable en el País Vasco hasta que no pongamos en marcha el nuestro –si lo ponemos-.
BASTA YA
26-05-2007-Carlos Martínez Gorriarán
Lo que importa, realmente, es que el PSOE y sus franquicias saquen un mal resultado, de modo que comience el declive del zapaterismo a modo de un socialdemócrata “perder para ganar”, porque parece imposible que el PSOE y sus franquicias puedan sobrevivir a un nuevo éxito del zapaterismo. Sin embargo, Zapatero tiene a su favor que la gente corriente no aceptará mayoritariamente, creo, que las de mañana sean unas elecciones primarias; también, que la mayoría de la gente vota por costumbre, lo cual suele traducirse en la jerga de los expertos como “solidez del suelo electoral”; finalmente, la debilidad de la oposición, atrapada al fin y al cabo, sin que parezca darse cuenta, en el forcejeo a corta distancia de ese “bipartidismo imperfecto”, cuya consecuencia más inmediata es que muchos votan al PSOE, o al PNV, CIU, etcétera, por no votar al PP. Y que el PP se lleva más bofetadas de las que debería, por su obcecación absurda muchas veces –véase 11-M- y porque, en el combate a corto, quien gobierna lleva las de ganar.
Es posible que esto se vea con especial claridad en Navarra, donde se juega tanto. Hay mucha gente cansada de UPN en aquella comunidad, o muy distante, tanto que no le motiva la posibilidad, nada remota, de que un pacto PSN-Nafarroa Bai fuera el inicio de una desestabilización nacionalista al uso. Sin que ello signifique, en cambio, que los votos que UPN deje de recibir sean, alternativamente, votos para el proyecto pan-nacionalista de Nafarroa Bai. Esto, que la gente vote con perfecta inconsciencia y por mera antipatía, no tiene nada de raro; sólo lo parece por la tendencia a un maniqueismo de pacotilla demasiado arraigado en la oposición (al que ayer hice alguna referencia a propósito del mal kairós de Aznar). Esta perspectiva, preñada de fatalismo, puede llevar a interpretar un buen resultado socialista como una ratificación activa del zapaterismo (propaganda gratis que el PSOE agradecerá); y no es eso. Menos, todavía, una victoria de ETA. Es más, a estas alturas cualquier resultado socialista que no sea desastroso será interpretado como un estupendo resultado por los usufructuarios: los partidos son así.
Donde más se nota esa debilidad de la perspectiva opositora es, por ejemplo, en la actitud de exigir un movimiento de prietas las filas. Se ha notado en los cantos de sirena para que los promotores del nuevo partido (algunos, los famosos; vicio del famoseo) se pasen al PP… por el momento, mientras sean útiles y sólo para joder a Zapatero. Nada que ver con la voluntad de integración a largo plazo de un Sarkozy fichando al socialista Kouchner nada menos que para Exteriores, no para fastidiar a la Ségolène. O se nota en la indignación o incomprensibilidad que provoca a algunos la decisión de Savater de recomendar el “voto en blanco” (que por cierto, yo no la he visto tan tajante; lo único afilado ha sido la petición expresa de NO VOTAR AL PSOE; parece que sólo se ha dado cuenta Esperanza Aguirre, una mujer sin duda inteligente). En el estupendo blog de Santiago González, que visito asiduamente, llevan varios días emperrados, muchos blogueros, en darle vueltas al nuevo misterio: por qué Savater no pide abierta y directamente el voto para el PP y se convierte a la única fe. No me parece casual que esa extrañeza vaya unida a un reproche más o menos abierto de que exagera sus críticas a la Iglesia y al confesionalismo del PP. Claro, extra ecclesiam nulla salus. Y ese es el problema: que para convencer a los reticentes, la oposición debería renunciar a convertirse en iglesia que promete ser la única vía de salvación. Pero no se les ve la pinta.
Así pues, ¿qué hacer? Yo votaré, seguramente, al PP, porque me parece inevitable en el País Vasco hasta que no pongamos en marcha el nuestro –si lo ponemos-, y también para que el resultado del zapaterismo, ese desastre, no se aproveche de un gesto de reticencia (por lo demás sobrado de razones). Esto es: voto útil. Y punto. Además, sé por experiencia –no sólo les he votado varias veces, sino que en dos ocasiones he pedido el voto para ellos- que el partido de la oposición recibe con mucha naturalidad estos apoyos: considera que le son debidos como un homenaje a su sacrificio (los demás estamos en esto de vacaciones). Sólo muestra su sorpresa cuando alguien osa abrir el abanico (de opciones políticas), porque se asfixia, sin pedir permiso. Y entonces hace reproches histriónicos y te pone morros. Incluso algunos te retiran el saludo, más o menos ostentosamente. Como la Iglesia. Ya iremos a eso; pero este domingo no toca. Toca votarles para erosionar a Zapatero.