Los diplomáticos denuncian que los emisarios catalanes no respetan los protocolos establecidos en sus visitas al exterior. También vetan en sus actos la bandera española. Las invitaciones para la inauguración de las delegaciones de Londres y Berlín estaban escritas sólo en inglés y catalán

7-5-2008 – LA RAZÓN
Carmen Gurruchaga
MADRID- La apertura de las llamadas «embajadas catalanas» sigue creando problemas a los embajadores españoles destacados en el país en el que la Generalitat pretende la representación, porque los emisarios catalanes no respetan los protocolos ni las normas establecidas. Sucedió hace unas semanas en Londres, donde la cancillería española sólo fue informada de la fecha de la apertura de la Delegación en una invitación redactada exclusivamente en inglés y catalán, los mismos idiomas utilizados en el acto de inauguración, en el que sólo estuvo presente la bandera catalana, según ha podido saber LA RAZÓN de diversas fuentes diplomáticas.
El vicepresidente de la Generalitat, Carod Rovira, actuó de la misma manera en que lo había hecho con anterioridad en Berlín o Edimburgo y que, formalmente, estuvo mal vista por el Gobierno de Zapatero, porque algún miembro de su Gabinete manifestó algo en ese sentido, aunque no pasó de un simple comentario. Es más, las fuentes que informaron a este periódico están convencidas de que la falta de reacción a estas formas, en su opinión demasiado evidente, se debe a la debilidad política de Zapatero ante los 25 escaños que le proporciona la comunidad que preside Montilla.
Política de apaciguamiento
«Esta realidad le lleva a adoptar una política de apaciguamiento y ocultación de hechos graves como éstos, que van socavando la fuerza e imagen de España, en beneficio de otras fuerzas que observan este proceso de descomposición con profunda satisfacción», añadieron las fuentes.
En la apertura de la delegación londinense, Carod no mencionó para nada España, ni la Constitución, y sí, en cambio, el Estatuto. Tampoco hizo saber a nadie que en el acto se encontraba un miembro de la Embajada española, en representación del Embajador, a la que, obviamente, no invitó a colocarse junto a él, sino que se vio obligado a permanecer como público asistente. El político catalán se dedicó a hablar de las relaciones históricas entre Cataluña y el Reino Unido y de explicar que su embajada en Londres «llevaría también las relaciones con los países nórdicos».
Está claro que los tres representantes de la Generalitat que se trasladaron a Londres: José Lluis Carod-Rovira, Joan Saura y la «secretaria de Asuntos Exteriores», Roser Clavell i Soldevila, volvieron a saltarse a la torera el principio de lealtad y respeto al Estado, así como la Carta Magna, que si bien faculta a las comunidades autónomas a utilizar banderas propias, obliga a que éstas figuren junto a la española en los actos oficiales. Y se supone que la apertura de esta delegación en aplicación de un decreto del Gobierno catalán, lo era.
Respeto a la Constitución
Por otro lado, el Estatuto catalán reconoce que la Generalitat podrá abrir delegaciones en el exterior, pero siempre respetando la Constitución española, y ésta dice que las relaciones exteriores son competencia exclusiva del Gobierno de la nación. Por cierto, ésta se mantiene como una de las escasas competencias no transferidas a las comunidades autónomas.
Los representantes de la Generalitat ignoran la existencia de una representación diplomática española cuando viajan al extranjero, sin que el Gobierno de Zapatero haya dicho nada al respecto hasta el momento. Lo normal es que cuando un político español visita otro país sea acompañado por un representante de la embajada, pero los miembros del Gobierno catalán se saltan la norma e imponen que en sus entrevistas no esté presente nadie del Ministerio de Exteriores.
Lo hizo recientemente Montilla en su viaje por Marruecos y Carod-Rovira en Edimburgo y Berlín antes de repetirlo en la polémica inauguración de Londres.