Manuel Cuyàs, periodista, subdirector de El Punt/Avui y redactor de las memorias de Jordi Pujol:


La Voz de Barcelona

‘El otro día en el Parlamento [autonómico] el consejero Boi Ruiz contestó en castellano al diputado [autonómico] de Ciudadanos Jordi Cañas, que le había hecho una pregunta en este idioma, y la gente y los opinadores criticaron en seguida al consejero en vez de tirarse sobre este diputado [autonómico] que siempre habla en castellano con la intención de cazar a consejeros incautos y de boicotear el catalán en el Parlamento [autonómico] y en el país [Cataluña], objetivo último de él y de Ciudadanos.

Boi Ruiz hizo como tantos catalanes comunes y corrientes: contestar en castellano cuando alguien les habla en castellano. Incluso muchos de los que ahora se han escandalizado lo hacen aunque digan que no.

Siempre decimos que esta tendencia a cambiar al castellano cuando consideramos que nuestro interlocutor no nos puede entender es debida a nuestro complejo de inferioridad, a nuestra alma esclava, a nuestra ancestral sumisión al invasor, al miedo a ser increpados o a recibir un garrotazo. Pues miren, yo, que procuro ver las cosas en positivo porque contrariamente no podría vivir, creo que es exactamente lo contrario. Los catalanes apreciamos tanto este idioma que nos conforma y nos caracteriza, lo tenemos en tan alta estima, lo sabemos tan nuestro, tan minoritario y tan difícil (si Fabra en vez de jugar a tenis hubiese jugado a fútbol le habría salido una gramática menos cubista), que nos creemos que solo lo podemos dominar nosotros. Mi abuela no hablaba en castellano a aquel hombre ilustrado que hacía sesenta años que vivía en Cataluña por miedo a ser encerrada en la prisión sino porque estaba convencida de que, si el hombre no entendía el catalán, es porque era más burro que ella, y eso que tenía pocos estudios. Mi abuela no era un alma esclava sino un espíritu orgulloso. La que sabía idiomas, el propio y el del forastero, era ella.

Yo, que soy partidario de hablar siempre en catalán y que conozco las malas intenciones del diputado [autonómico] Jordi Cañas, entiendo de todas formas la reacción del consejero y doctor Boi Ruiz. Si un diputado [autonómico] que se llama Jordi y que ha nacido en Cataluña interviene siempre en castellano, no en un sitio cualquiera, sino en el Parlamento [autonómico] de Cataluña es que nos encontramos ante un cuadro realmente difícil que necesita atenciones especiales‘.