Daniel Muñagorri
12-03-2007-Basta Ya
Iñaki de Juana Chaos no existe con tal nombre en el Hospital Donostia. El rastro del asesino múltiple de ETA se esconde tras un nombre falso, el de Juan Samaniego Gómez, paciente fantasma que tiene el “honor” de ser atendido por un reducido grupo médico encabezado por José Artetxe, más conocido como el médico de los etarras. El control que este galeno ejerce sobre la situación de De Chaos es total. El hospital no ofrece partes médicos y poco se sabe de su estado de salud o de las condiciones en las que se lleva a cabo su estancia. Oficialmente De Juana no figura inscrito en ninguna lista de pacientes desde poco después de su ingreso el 1 de marzo, aunque físicamente se sepa que reside en la habitación 423 del ala que recibe el pomposo nombre de Planta de Medicina Basada en la Evidencia, a cargo del citado doctor Artetxe y parte de un programa piloto especialmente cuidado por la dirección del centro.
La 423 está situada en un pasillo muy corto, junto al control de enfermería, y sólo alberga otra habitación más que ha sido vaciada de enfermos y es utilizada por los agentes de la Ertzaintza que controlan al terrorista. El hospital ha puesto también un vigilante privado, algo que no había pasado nunca. Atenciones especiales que se suman a la que ya en su momento desveló Basta Ya al descubrir hace unos meses que la habitación 423 estaba reservada para De Juana cuando se estaba celebrando el juicio en la Audiencia Nacional y parecía que el traslado iba a ser inminente.
El enfermo desaparece de la lista
Juan es médico, Itziar enfermera, ambos llevan muchos años trabajando en lo que antes era popularmente conocido como La Residencia y ahora, tras unirse a otros centros sanitarios aledaños, ha pasado a denominarse Hospital Donostia. Naturalmente esos no son sus nombres, el anonimato era condición previa para contar a Basta Ya importantes detalles de la estancia de este asesino en su centro de trabajo.
Tras “el impacto” que ellos y muchos compañeros sintieron “al ver bajarse por su propio pie de la ambulancia a quien se decía que estaba en situación crítica”, pronto se dieron cuenta que De Juana iba a resultar un paciente “muy especial”. Lo primero que ocurrió es que “el viernes, un día después de su llegada, su nombre desaparece de la lista de admitidos y su rastro desaparece”. Al mismo tiempo “se produce un ingreso de paja que no cumple los requisitos habituales”. No figura “ni su domicilio ni el número de la Seguridad Social, algo que está previsto ocultar en casos de personas amenazadas y existe un protocolo para ello, por ejemplo con las mujeres víctimas de malos tratos, pero que nunca viene acompañado de una suplantación con otra identidad como ha ocurrido en esta caso”. Preguntados por si ello estuviera motivado por el deseo de ocultar unos datos médicos privados, ambos contestan que “si Osakidetza (el Servicio Vasco de Salud) cree que eso puede ocurrir con De Juana es que también cree que ocurre con cualquier paciente”.
El Doctor Artetxe, el médico de los etarras
Quien maneja el tratamiento del terrorista Chaos, con el permiso total que Osakidetza le ha otorgado, es el doctor José Artetxe, especialista en medicina interna al que se le reconoce tanto su valía profesional como su total identificación con la ideología abertzale más extrema. “Aquí todos le conocemos como el médico de ETA y de todos los dirigentes de Batasuna que han pasado por aquí”. Desde Otegi a Olano, “cualquier destacado batasuno con necesidad de cuidados médicos pide ser atendido sólo por él”. Y cuando llegan presos de ETA y pasan a Urgencias, los médicos de este servicio saben que quien les va a atender es Artetxe aunque él no trabaje en ese departamento. “Algo que no presenta problemas porque la mayoría prefiere no tener nada que ver con los etarras y están encantados de que Artetxe se haga cargo”, explican Juan e Itziar.
El equipo que ayuda a Artetxe en sus cuidados a De Juana está encabezado por Txaro, supervisora de enfermeras en esa planta y también de la misma cuerda política. “Es fácil imaginar que ella se encarga de que cualquier profesional que entre en la habitación 423 sea alguien de confianza”. La hermana del terrorista, Altamira De Juana Chaos, supervisora general de enfermería en el mismo centro, “es una persona que nunca se ha significado políticamente, pero suponemos que también formará parte de ese reducido grupo con acceso a la 423”.
¿El enfermo imaginario?
La ocultación de Iñaki de Juana Chaos como paciente hace que no se conozca casi nada de su estado de salud, “por no saber no se sabe ni lo que come”. Corre el rumor por el hospital “de que va a estar unos quince días ingresado para mantener las apariencias”. Los comentarios entre los profesionales de la medicina son de “gran extrañeza sobre su supuesta gravedad porque aquí todo el mundo se ríe de que alguien con una salud tan deteriorada viaje 500 kilómetros sentado en la ambulancia en vez de en camilla y que entre por su propio pie”. “Además, -inciden al unísono Juan e Itziar- si de verdad estuviera tan mal ya se las habrían apañado para filtrar los análisis reales que lo demuestren en vez de ocultar hasta la dieta que tiene”.
Poco a poco el ambiente en el Hospital Donostia va normalizándose envuelto en ese ambiente tan habitual en el País Vasco de comentarios en voz baja y sólo con quien se tiene absoluta confianza. “Pero cuando este tipo entró el 1 de marzo hubo mucha indignación y compañeros que nunca habían dicho nada, esta vez sí que mostraron su malestar”. Hubo tensión “sobre todo al ver que los amigos del De Juana se congregaban alegremente y montaban la bronca a las puertas de Urgencias, servicio que prácticamente llegaron a colapsar poniendo en peligro el acceso de las ambulancias”.