Hasta sus adversarios reconocen que fue el candidato más brillante en el debate televisivo del pasado viernes. Gracias a Aleix Vidal-Quadras (Barcelona, 1945), la campaña de las elecciones europeas es menos anodina.
MARÍA JESÚS CAÑIZARES | BARCELONA
Hasta sus adversarios reconocen que fue el candidato más brillante en el debate televisivo del pasado viernes. Gracias a Aleix Vidal-Quadras (Barcelona, 1945), la campaña de las elecciones europeas es menos anodina.
¿Se esperaba una campaña tan agresiva por parte del PSC, con tanta confrontación?
Más que confrontación, porque eso es bueno, es una campaña sucia que en términos pugilísticos sería de golpes por debajo de la cintura. El PSC está muy desesperado, tiene miedo a perder y arriesga mucho. Estas campañas tienen un peligro para quienes las realizan, que se vuelven en contra.
¿Denota una forma de hacer política?
Es una visión totalitaria de la política. En el PP creemos que el PSOE está equivodado, pero la izquierda quiere aniquilarnos, borrarnos del mapa. Son gente muy maniquea, corrosiva, venenosa. Para un país eso es malo porque las dos grandes fuerzas políticas deben respetarse, compartir ciertos valores básicos y determinados principios constitucionales.
Estos días se ha hablado de la posibilidad de que el Estado de las autonomías entorpezca la recuperación económica.
El Estado de las autonomía ha descarrilado, esta fuera de control. Hemos creado un monstruo que ya camina solo. Hemos sobrepasado los 3 millones de empleados públicos, lo cual hace difícil que una economía lo pueda sustentar. Las anécdotas sobre despilfarros autonómicos son innumerables. El tripartito tiene programados 300 millones para estudios y más de 100 millones para asuntos exteriores. ¿Desde cuándo un gobierno regional tiene que tener delegaciones en Nueva York, París o Londres? Eso es una locura de nuevo rico. El Estado de las autonomías se tiene que reconducir porque está acabando con la unidad de mercado en España. Tenemos 17 sistemas reguladores, 17 sistemas educativos, 17 estructuras administrativas que no hacen más que provocar barreras culturales y lingüísticas. Para las empresas, cada vez es más difícil moverse en nuestra propia nación, lo cual es contrario al espíritu de eliminación de fronteras que hay en Europa. El Estado de las autonomías debe reorganizarse a fondo.
¿Y cómo puede hacerse eso?
Con una reforma constitucional. Ha llegado el momento, después de 30 años, de pensar seriamente en una reforma a fondo donde se refuerce la cohesión nacional, donde el Estado recupere su capacidad de dirigir la política de la nación y donde todas estas barreras artificiales desaparezcan. Es desgarrador que seamos el único país del mundo donde una familia no puede escolarizar a su hijo en la lengua oficial del Estado.
¿Cómo se ve Cataluña desde Europa?
Para los estados miembros de la UE, la cohesión interna de cada país es fundamental. Todos estos procesos de desintegración nacionalistas son observados desde Europa con enorme preocupación. La idea europea es la superación de las diferencias culturales y lingüísticas para trabajar todos juntos bajo principios universales. El nacionalismo catalán y vasco es, por tanto, antieuropeo.
¿Usted «ningunea» a CiU?
En el Parlamento europeo, los diputados influyentes pertenecen a grandes delegaciones como PP o PSOE. El que vaya solo en plan guerrillero, como el candidato de CiU o ERC, puede hacer ruido, pero no trabajará en serio. Nosotros podemos resolver los problemas de los catalanes, los demás pueden montar saraos o pulular por Europa. O hacer el rídículo, que es un derecho del ser humano, si vas allí a pedir la independencia de Cataluña.
¿Ve factible un pacto de futuro entre CiU y PP en Cataluña?
No, en absoluto. No podemos pactar con CiU mientras defienda la liquidación de la unidad española Parece que le han inoculado el virus secesionista y no sé si tiene tratamiento. En cuanto al PSC, se ha vuelto más nacionalista que los nacionalistas.
Lo digo porque el candidato de CiU Ramon tremosa dice que el pacto del Majestic es lo mejor que le ha ocurrido en Cataluña en materia de autogobierno.
Eran otros tiempos. Jordi Pujol era gradualista, trabajaba en un marco más o menos razonable. Pero CiU se ha echado al monte. Tremosa es un independentista revestido de un tecnicismo académico, no a lo bruto, como ERC. Quizá es menos rústico, pero en el fondo es un secesionista.
Los nacionalistas temen un pacto «a la vasca» en Cataluña.
En Cataluña en estos momentos, es impensable. En el Paía Vasco se ha impuesto la realidad. Cuando la propia supervivencia está en peligro, no hay más remedio que los dos grandes partidos cierren filas. Cuando tienes delante al mal en estado químicamente puro que es ETA, la única solución es que PSOE y PP trabajen juntos. En Cataluña, los socialistas están aliados con los independentistas, cuyo proyecto es destruir la nación española. Y eso es una contradicción. La fórmula vasca es la que se tendría que adoptar a nivel nacional. Engordar a los independentistas es una estatregia suicida.
Usted es conocido por decir las cosas muy claras. ¿Cree que hasta ahora ha habido una indefinición en el discurso del PPC?
Desde que en 1996, el PPC cambió inducido por la dirección nacional, nunca ha encontrado su camino. Ha habido 12 años de indefinición, cambios de liderazgo, oscilación de mensaje, desorientación del votante y aparición de un partido como Ciutadans que nunca habría existido si el PPC no hubiera perdido la brújula. Ahora propongo recuperar al PPC auténtico, sin complejos. Yo estoy dispuestos a implicarme, no puedo ostentar el cargo que tenía en 1996 porque ya no es posible, pero sí a trabajar codo con codo. No me he desentendido de la política catalana. Josep Piqué me tenía vetado cuando era presidente porque él tenía una visión muy distinta, con los resultados «brillantes» que ya se han visto. Yo ahora me llevo bien con la nueva dirección, hay sintonía con la presidenta Alicia Sánchez-Camacho.
¿El PP nacional se ha convencido ya de que Cataluña es decisiva para gobernar España?
¡Es que lo es! Nuestro gran agujero negro, lo que debería ser prioridad máxima y obsesiva del PP nacional, es Cataluña.
¿Cree posible volver a alcanzar los 17 diputados que usted logró en Cataluña?
Si en 1996 no se hubiera truncado la línea ascendente lograda, tendríamos hasta 25. Entonces sí que seríamos decisivos. Aquellos 17 no eran un techo, eran un paso más, pero si te cortan las alas, es difícil seguir el vuelo.
¿Quién las cortó?
Las circunstancias, el pacto del Majestic, donde Pujol fue listo y neutralizó a la otra parte. Lo que pasa es que el PP tenía que haber sido un poco más espabilado.