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ETA calculó que necesitaría, al menos, un presupuesto de 4 millones de euros al año para mantener a toda su militancia, tramas e infraestructura una vez que entrara en vigor la tregua. La banda preveía que parte de esa ayuda le podía venir del «ámbito internacional», que le compensaría la falta de ingresos motivada por su decisión de cancelar el «impuesto revolucionario».
Nueve meses después de que la organización criminal anunciara el alto el fuego que, según aclaró después, incluía el cese del «impuesto revolucionario», ¿cuáles son ahora sus fuentes de ingreso? ¿Quién le financia? Las Fuerzas de Seguridad sospechan que la banda ha colocado en el mercado negro internacional pistolas, revólveres, sustancias químicas para confeccionar explosivos, documentos de identidad y otro tipo de material que ha sustraído en Francia a lo largo de los últimos años. Pero, según los expertos, la cantidad que pudiera conseguir de su venta no cubriría su pretendido presupuesto anual. Tampoco lo que pudiera obtener de la red de «herriko tabernas». ETA ha anunciado el «cese definitivo de su actividad armada», pero tiene intención de mantenerse como «organización política».
Aliados con recursos
En el documento «Euskal Herria hacia su independencia», fechado en agosto de 2009, la organización criminal ya planeaba recabar apoyos financieros para compensar su falta de ingresos por la cancelación del «impuesto revolucionario». «ETA necesitará apoyo económico para llevar su alto el fuego al ámbito del impuesto», constata. Así, «se analizarán en principio las ofertas que pueden venir del ámbito internacional en una situación así». «Como consecuencia de cerrar el frente del “impuesto (revolucionario)”, ETA exigirá ayuda de apoyo (sic) al alto el fuego de cuatro millones anuales». Pero el presupuesto anual que pretende para sobrevivir en tiempos de tregua podría ser mayor, ya que los 4 millones de euros es solo la cantidad que intenta obtener en el «ámbito internacional».
La banda dispone tanto en Europa como en América de una amplia red de aliados, desde el «lobby» instalado en Bruselas, hasta los Euskal Herriaren Lagunak (EHL) (Amigos del Pueblo Vasco), muy especialmente los asentados en Venezuela, Uruguay y Argentina. «No hay que menospreciar la colonia vasca o diáspora que puede hacer una gran aportación», ya que «es un gigante grupo social», reconoce ETA en dicho documento, y atribuye ello a la «importancia de la labor que ha realizado a nivel internacional» la «izquierda abertzale».