Tres de las células criminales tienen su base en el País Vasco y la otra en Navarra.
J. M. Zuloaga
08-01-2007-La Razón
MADRID- ETA cuenta al menos con cuatro comandos operativos, tres de ellos con base en el País Vasco y el otro en Navarra, según expertos consultados por LA RAZÓN. Estas fuentes subrayan que los análisis que se hicieron, políticamente interesados, al comienzo del alto el fuego, sobre una banda derrotada, a punto de rendirse, no se ajustaban a la realidad y, de algún modo, han perjudicado a la lucha antiterrorista.
El Gobierno, por más que se quiera decir ahora lo contrario, ha trabajado, al menos durante los seis primeros meses de la tregua, con la hipótesis de que ETA no volvería a atentar.
Además de la célula que colocó el coche bomba que hizo explosión el pasado 30 de diciembre en Madrid, la banda tenía operativo otro grupo en Vizcaya que, de momento, se ha quedado sin uno de sus almacenes de explosivos aunque ninguno de sus integrantes ha sido detenido.
Durante la pasada semana, determinadas fuentes trataron de hacer creer, con el fin de restar magnitud al rearme de ETA, que la acción criminal de la capital de España había sido perpetrada por el comando de Vizcaya. Se afirmaba que el teléfono móvil desde el que se hicieron dos de las llamadas para alertar de la explosión había sido activado en Amorebieta, donde apareció el «zulo» con los citados explosivos. No era cierto. El teléfono había sido activado en San Sebastián, ciudad desde la que también se hizo la tercera llamada de aviso, en este caso desde una cabina.
Quienes proclamaban la debilidad de ETA y su incapacidad criminal debían desconocer unas cifras de fácil acceso que alertan sobre la existencia de varios comandos de ETA que no han sido desarticulados y que, por lo tanto, pueden pasar a la acción en cualquier momento. La banda ha cometido desde el año 2000, tras la ruptura de la anterior tregua, 253 atentados de los que 114, la mayoría perpetrados a partir de 2004, están sin esclarecer. Es decir, se desconoce quiénes son sus autores que, por lo tanto, permanecen en libertad.
De estos 114 atentados, trece han sido cometidos en Madrid, la ciudad escogida por ETA para poner fin al «alto el fuego de las acciones armadas» que entró en vigor el 24 de marzo del año pasado. No se puede descartar, según los expertos consultados, que los autores de la colocación de la furgoneta-bomba en el aparcamiento del aeropuerto de Barajas hayan participado con anterioridad en alguno de esos trece atentados, la inmensa mayoría con artefactos explosivos escondidos en automóviles.
Otras 30 acciones criminales fueron cometidas en el resto de España (con excepción del País Vasco y Navarra). La masacre perpetrada por terroristas islamistas en Madrid el 11 de marzo de 2004, provocó que ETA suspendiera durante unos meses los atentados que reanudó en el verano de ese año con bombas de escasa potencia en el litoral cantábrico.
En el País Vasco están sin esclarecer un total de 56 atentados y, en Navarra, otros 15. La mayoría de estas acciones criminales han sido perpetradas a partir de 2004 y los objetivos eran, preferentemente, empresas cuyos titulares no ceden al chantaje terrorista.