El comunicado de ETA es una mala noticia para los españoles, porque la banda terrorista vuelve a marcar la agenda, y porque la negociación política ya comenzó


20060305102542-2.jpg¿Estamos ante una tregua, o ante una borrachera general?

Santiago Abascal

El comunicado de ETA es una mala noticia para los españoles, porque la banda terrorista vuelve a marcar la agenda, y porque la negociación política ya comenzó hace tiempo.

27 de marzo de 2006. No he visto a mi alrededor gentes posesas brindando con champán por el comunicado de una organización terrorista. No he sido receptor de ningún SMS con felicitaciones y enhorabuenas por la buena nueva que inunda los noticiarios. Nadie ha osado darme una palmada en la espalda porque los terroristas, temporalmente, aparentemente, hayan decidido indultarnos. No he oído palmas ni gritos de júbilo en mis cercanías. Nadie se ha atrevido a considerar que el stop temporal, como todo stop, de los terroristas, había de ser una excelente noticia para mí y para los míos.

«¿Y ahora que tal?». Ha sido lo único que alguien ha acertado a preguntarme. Eso; una pregunta, una duda, ha sido lo máximo que algunos me han planteado sobre la «tregua» etarra. Los más me han mostrado directamente su desconfianza, su escepticismo, su indignación. Y eso es bueno, porque, al menos, significa que quienes me conocen, me conocen bien, y saben lo que pienso. Y también, ¿por qué no decirlo?, que quienes me rodean no están caracterizados por la ingenuidad.

Sin embargo, existen quienes, en el mundo político y periodístico, no se atreven a decir que el anuncio etarra es una mala noticia. Si cualquier comunicado de los terroristas es un mal augurio, el último lo es sin paliativos, sin matices. Es rotundamente malo para los españoles el anuncio de ETA. Porque, como en los peores momentos, ETA vuelve a marcarnos la agenda, y porque este comunicado es la confirmación de una negociación política ilegítima con los terroristas, negociación que ya ha comenzado. ¿Alguien se cree que tras cuatro décadas de asesinatos y «sacrificios» en pos de la independencia las cosas van a terminar así? Desgraciadamente algunos lo creen.

Yo me atrevo a decirlo. Yo quiero decirlo. Yo lo digo. Con plena legitimidad porque hace muchos años que ETA me quiere matar, a mí y a mis seres queridos. El parón de ETA es una malísima noticia. Es el más pésimo de las augurios para nuestra nación. Porque el Gobierno prepara la capitulación.

Hay quienes, desde la prudencia, y desde la inteligencia –uso su vocabulario-, sostienen que es necesario estar cerca del Gobierno e incluso apoyarle para que no existan beneficios políticos en el intercambio con los terroristas. Yerran. Y lo hacen profundamente. Las concesiones políticas ya se han producido. ¿Alguien puede negar que la no impugnación de la candidatura del PCTV fue un cromo político regalado a los terroristas? ¿Alguien puede creer que la coincidencia exacta entre la fecha del comunicado etarra y la obtención del título de nación por Cataluña es una casualidad? Algunos pensamos que las concesiones políticas comenzaron en Perpiñán. ¿Alguien nos está proponiendo no mirar la pasado? ¿Alguien nos sugiere un suicida «pelillos a la mar»?

Hoy, en España, en el mundo político, en la prensa, en la empresa, muy pocos se atreven a rechazar de plano el comunicado etarra. Muy pocos son capaces de despreciarlo sin tapujos. A quienes vivimos la persecución de la anterior tregua, a quienes sufrimos los ataques de los alevines de ETA cuando los de la primera división estaban de vacaciones, esos pocos nos representan a la perfección. Ante la borrachera general, y ante el despedazamiento de España, algunos nunca brindaremos con champán.