El Barcelona, con Laporta como voz mandante, no dudó en dar su apoyo al Estatuto.
23-10-2006-ABC
BARCELONA. Tanto hablar de pactos y de las elecciones por la presidencia de la Generalitat y resulta que el que más peso tiene en la Cataluña es el que dirige el Barcelona. No manda ni decide en cuestiones como la reforma del Estatuto, pero sus palabras y sus acciones tienen más reverberación y difusión que las de cualquier conseller de turno. El Barça es, en resumen, el corazón de la Comunidad, que en este sentido no escucha otras voces.
Dándole vueltas al tema, es indudable la implicación del club fundado por un suizo -Joan (Hans) Gamper- con la región catalana. Ahora bien, la cosa se ha acentuado en los últimos tres años, época de tripartito y época de Joan Laporta en la poltrona azulgrana. Ni el histórico José Luis Núñez ni el ínclito Joan Gaspart utilizaron el club con fines políticos. Pero Laporta mezcla churras con merinas.
¿Por dónde empezar? Son tantos los actos políticos del Barcelona durante esta etapa de tripartito que es difícil destacar alguno. Pero vaya, lo suyo es empezar por el principio, claro, y lo primero que hizo el «Kennedy barcelonista» -así le describió un periodista inglés que cubría la campaña electoral- fue quitar la bandera de España que ondeaba en La Masía, para que la «senyera» evitara excesos roces con la rojigualda.
Laporta «pasa» de la política…
Asegura por activa y por pasiva -lo hizo en una entrevista con ABC en el último e insulso periodo electoral- que no quiere acabar vinculado con la política, que lo suyo es la abogacía y el Barcelona. Pero, salvando las evidentes distancias, en cierto modo su trayectoria recuerda a la del difunto Jesús Gil.
El Barcelona, con Laporta como voz mandante, no dudó en dar su apoyo al Estatuto e incluso se presionó a los jugadores de la primera plantilla de fútbol a salir con una pancarta en favor del nuevo texto. No en vano, se desmarcó del resto de clubes en el apoyo a la candidatura olímpica de Madrid para organizar los Juegos de 2012.
Los políticos se sienten a gusto en la «Llotja» del Camp Nou, como en casa. El recibimiento es de lo más cordial. Laporta se saca de la barretina actitudes independentistas sin importarle los aficionados de más allá. Eso sí, «con respeto». Añadió la bandera catalana en el cuello de la camiseta y alguna vez se ha «colado» un «Catalonia is not Spain» en las gradas del estadio.
De lo más alarmante fue la temeridad del «Correllengua», hace un año. La Coordinadora de Asociaciones para la Lengua Catalana mostró en el césped del Camp Nou durante el descanso de un partido la pancarta en favor de la promoción de la lengua catalana y un mapa donde aparecían la Comunidad Valenciana y Baleares dentro de los «países catalanes», un acto que iba ser de defensa del idioma y que acabó en una reivindicación nacionalista que irritó a los Gobiernos valenciano y balear. El Barça -Laporta- no puso ningún reparo en que el acto se llevara a cabo, como tampoco tuvo problemas para acoger a su cuñado Alejandro Echevarría en la junta directiva, pese a ser miembro de la Fundación Francisco Franco.
El máximo exponente de Cataluña
No en vano, y aunque se puede intuir por dónde van los tiros, conocer la filiación política del «stripper» del aeropuerto es una de las grandes incógnitas de la sociedad catalana. Años atrás, Laporta participó activamente en el proyecto del Partit per la Independencia (PI), una escisión de Esquerra capitaneada por Ángel Colom y Pilar Rahola que fracasó al poco de nacer. Tras la disolución, sus miembros se repartieron entre ERC y CiU.
De las últimas que se recuerdan, cabe destacar el discurso en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York cuando presentó el «solidario» acuerdo con Unicef, con el que reparte 1,5 millones de euros de los socios durante los próximos cinco años. Laporta emuló al violonchelista Pau Casals,que 35 años antes intervino en dicha institución a título personal, hablando de su catalanidad. Sin embargo, «Jan» olvidó que representaba al Barcelona. Y no hay que olvidar la «recomendación» impuesta a los jugadores, que deben aprender catalán. «Querer ser más que un club en el mundo no debilita para nada afirmarnos como catalanes, ya que el Barcelona es la institución deportiva más representativa de Cataluña», dijo en la última asamblea. No hace falta que lo jure.