Reivindica la herencia de Gregorio Ordóñez como seña de identidad de la nueva generación que dirige el PP vasco. que, según afirma, quiere compatibilizar la firmeza en las ideas, la claridad en el discurso y la capacidad de llegar a acuerdos


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M. LUISA G. FRANCO | BILBAO

Consciente de que la llegada del PP a la presidencia del Parlamento vasco tiene un gran valor simbólico, especialmente para un sector de la sociedad vasca que ha sido marginado durante tres décadas por los gobiernos liderados por el PNV, Arantza Quiroga asume con valentía lo que ella define como «el reto de llevar la normalidad al Parlamento vasco».

—¿Qué cambiará en la Cámara de Vitoria?

—No hace mucho que un presidente del Parlamento vasco, Juan María Atutxa, decidía, sin respetar el reglamento, la forma de las votaciones según convenía al gobierno de Ibarretxe en minoría. Izaskun Bilbao ha reconducido un poco las cosas, pero yo quiero hacer hincapié en la utilización del reglamento y en que todo se ajuste a la legalidad, porque desde la Mesa del Parlamento no se puede dar paso a que se debatan temas como una sentencia de un juez.

—No será una legislatura fácil, con un PNV que considera que le han robado la presidencia del Parlamento vasco.

—No pretendo echar leña al fuego, sino todo lo contrario, ayudar a que haya acuerdos.

—En la campaña electoral usted se bañó en la Concha para que los ciudadanos vieran que se mojaba por ellos. ¿Se va a mojar también ahora?

—Desde luego. Creo que después del 1 de marzo tiene que haber un cambio de fondo. Como presidenta del Parlamento represento a todos los vascos, pero siempre me mojaré en relación con todo lo que tenga que ver con la libertad o cuando tenga enfrente el terrorismo. Es necesario que se sepa que aquí, en el Parlamento vasco, no se va a dar cobijo, ni bola ni nada a los etarras y a su entorno.

—Precisamente una de las novedades del nuevo Parlamento es la ausencia de los proetarras.

—No entiendo cómo partidos democráticos echan en falta a quienes defienden a ETA, sobre todo cuando hay otras opciones que son abertzales y que, como Aralar, defienden sin ningún problema tesis independentistas.

—¿Qué le produce haber sido elegida con los votos del PSE, un partido de cuya opción por el cambio usted había dudado en la campaña electoral?

—La verdad es que es una situación rara. A nadie se le oculta que somos dos partidos antagónicos ideológicamente, pero estamos viviendo un momento histórico y hay que estar a la altura de las circunstancias. Es verdad que durante la campaña nosotros dijimos que el PSE no estaba haciendo un planteamiento claro, pero lo importante es que ambos partidos hemos hecho un gran esfuerzo y conseguido poner negro sobre blanco algo que, sinceramente, yo pensaba durante la campaña que era imposible. El documento es muy claro y ahora hace falta que el nuevo gobierno lo cumpla.

A nadie se le oculta que somos dos partidos antagónicos ideológicamente, pero estamos viviendo un momento histórico y hay que estar a la altura de las circunstancias

—¿Por qué cree que el PSE ha admitido firmar los puntos clave del programa electoral del PP?

—Los socialistas han ido dándose cuenta de que necesitan un gobierno estable y eso también lo hemos interiorizado nosotros. La alternativa tiene que salir bien porque tenemos que demostrar que puede haber un lendakari no nacionalista sin que pase nada. Hemos visto un cambio de actitud paulatino en el PSE y de una hoja se ha pasado a dos, a tres, a cuatro… Probablemente el PSE ha ido viendo que quizás otras opciones que podía tener en el horizonte, como la posibilidad de llegar a acuerdos con el PNV, iban a ser muy difíciles.

—Los nacionalistas no van a dejar gobernar con tranquilidad a Patxi López. Ya ha habido convocatoria de huelga general.

—Tenemos que pensar que hay 38 escaños en el Parlamento vasco que están por el cambio y que detrás de esa mayoría absoluta hay muchos vascos que están en la calle y encantados con la posibilidad de que el PNV se vaya a la oposición. Es verdad que los sindicatos nacionalistas han descubierto que estamos en crisis, pero tengo la esperanza de que el PNV sea capaz de volver a ser el partido que fue hace más de 10 años, con el que se podía hablar.

—Hace cuatro años usted fue segunda por Guipúzcoa en la candidatura del PP al Parlamento vasco, detrás de María San Gil, ¿cómo han cambiado su partido tras esta traumática retirada?

—Ha habido una renovación y un partido cambia en función de quien lo dirige. Ahora pretendemos dar una imagen más positiva. Los problemas están ahí, seguimos denunciándolos, pero queremos decir a los ciudadanos que tenemos esperanza.

—Pertenece a una generación de dirigentes del PP vasco que se comprometieron muy jóvenes con la política

—En muchos de nosotros influyó la rebeldía de Gregorio Ordóñez. Su discurso era sencillo, pero con una carga de profundidad brutal. Decía las cosas por su nombre y eso en ese momento era revolucionario. Ordóñez, que no podía ser más claro frente a ETA, era capaz de llegar a acuerdos con todos los partidos, porque ponía el interés del ciudadano por encima de otras cosas. Si se tenía que poner de acuerdo con EA o con el del PNV para que saliera adelante una iniciativa, lo hacía. Creo que ese es el camino y que la firmeza en las ideas debe ser compatible con la capacidad de llegar a acuerdos.

—En 1998 le comunicaron que ETA quería atentar contra usted y otros cuatro concejales del PP, ¿Por qué decidió continuar?

—Sólo me plantearía dejarlo si mi familia me lo pidiera o si viera que alguno de mis hijos aceptara negativamente el hecho de llevar escolta. De momento, son pequeños para percibir que hay un peligro que rodea a su madre. Cuando sean conscientes de ello, no se como se lo voy a explicar, aunque lo que si se es que no quiero que provoque en ellos una reacción de odio.