Pánico en el PSOE ante el riesgo de un descalabro electoral en esta comunidad autónoma.


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25-2-2008 – El Semanal Digital

Ricardo Rodríguez

En el seno del PSOE han saltado las alarmas ante la presumible ausencia de una movilización del electorado en Cataluña, su principal bastión electoral -más allá de Andalucía-. Fuentes solventes califican de «lamentables» las cifras arrojadas por diversos sondeos internos, ligeramente superiores a la participación del referéndum para aprobar el nuevo Estatuto de autonomía.

Entonces, los catalanes dieron la espalda a su clase política. La norma fundamental de la comunidad autonómica –excluida la Constitución– fue aprobada por algo menos de la mitad de los 5,2 millones de los llamados a la consulta. En concreto, 2,5 millones de ciudadanos acudieron entonces a las urnas, lo que representó una participación del 49,42%. Por desgracia, y según los datos arrojados por algunos trakings de urgencia, una cifra similar podría repetirse en la comunidad autónoma este próximo 9-M.

Una bajísima participación supondría un fuerte revés para el principal partido catalán en las generales, el PSC. La posición de José Luis Rodríguez Zapatero para revalidar La Moncloa quedaría muy mal parada. En 2004, el socialismo catalán aportó 21 diputados al grupo socialista en la Carrera de San Jerónimo, 4 más que en 2000. Esos diputados de diferencia los otorgaron a Zapatero, precisamente, los ciudadanos de Barcelona y de su área metropolitana.

Es decir, gran parte de los afectados en los últimos meses por los socavones de las obras del AVE, que podrían dar la espalda a los socialistas quedándose en su casa. No cabe duda de que una alta abstención el próximo 9 de marzo sería un voto de castigo contra una clase política endogámica que, lejos de ocuparse de las necesidades reales de los ciudadanos, se han venido encelando en cuestiones identitarias. En el PSOE saben que los votos catalanes son decisivos para que Zapatero repita como próximo presidente.

Pero se da la circunstancia de que los principales afectados por la pasada crisis de las infraestructuras se han concentrado en el principal bastión del PSC: el Baix Llobregat, comarca con casi 800.000 habitantes. Y eso sin contar los damnificados que residen en otras comarcas y que podrían suponer 100.000 votos adicionales. O aquellos electores solidarios con los afectados, por parentesco o amistad. Por eso, si falla Cataluña a pesar de la inauguración del AVE en las horas previas al inicio oficial de la campaña electoral, el PP puede recuperar posiciones y poner a Mariano Rajoy en La Moncloa.

Si la abstención es el caballo de batalla, en Cataluña está generando escenas de pánicos. El precedente del texto con pretensión de Constitución, con récord de indiferencia, tiene especialmente asustada a la cúpula socialista, tanto en la federal como en el PSC. No en vano, unos y otros, han captado los riesgos de una pobre facturación en las urnas.