El grupo islamista pone otra vez a España en el punto de mira.


20070412101824.jpg12-04-2007-La Razón

Tánger- La capital de Argelia se vio sacudida en la mañana de ayer por una cadena de explosiones que acabó con más de veinte muertos y centenares de heridos, y trajo a la memoria colectiva imágenes terroríficas como las del metro de Londres o los trenes de Madrid.

Un vehículo cargado de explosivos estalló a la entrada del aparcamiento situado ante el palacio del Gobierno, en pleno centro de Argel, donde tiene su sede el Ministerio del Interior, y a escasos metros del lugar por el que transitaba el primer ministro, Abdelaziz Beljadem, que acudía a una importante reunión en la sede del Ejecutivo.

Casi simultáneamente, una nueva deflagración se produjo cerca del aeropuerto internacional, en una zona residencial, en la que explosionaron varios coches bomba. El balance oficial emitido ayer a la hora de cerrar esta edición daba cuenta de 24 muertos y de 162 heridos. Fuentes hospitalarias sin embargo elevaban el número de muertos a más de 30 y el de heridos a más de dos centenares.

Eran las once menos cuarto, hora local, cuando tembló el centro de la capital. En pocos minutos la plaza en la que se halla el Palacio gubernamental, situada frente al puerto, se llenó de cuerpos descuartizados, de heridos que buscaban ayuda, y de almas en pena que vagaban incrédulas ante la hecatombe.

Hacía años que Argel no vivía una barbarie como las que ensangrentaron el país y la urbe en la década de los noventa. Si bien los grupos terroristas siguen operativos en el interior del país y se cobran periódicamente vidas de gendarmes y militares. La explosión en el centro de Argel abrió un enorme agujero en el edificio gubernamental de seis plantas, destrozando ventanas y haciendo que llovieran los escombros sobre los coches y bloques de casas colindantes.

Casi el mismo tiempo, la barriada «5 de julio», en la aglomeración de Bab Ezzuar, situada en la carretera que conduce al aeropuerto, estallaban varios coches bomba en la misma plaza en la que se encuentra la comisaría de Policía, un puesto de Gendarmería y un cuartel de bomberos. La población de la capital se echó a las calles presa del pánico, abandonando los lugares de trabajo y regresando a sus casas. El clima que se vivía ayer en Argel recordaba a los peores años del decenio negro del terrorismo, que se cobró cerca de 200.000 muertos en todo el país.

Estos atentados, atribuidos por fuentes oficiales a la organización Al Qaida del Magreb Islámico, nombre con el que se ha rebautizado el Grupo Salafista de Predicación y Combate (GSPC) que desde hace años mantiene las hostilidades abiertas con el régimen argelino, se producen en plena campaña electoral para los comicios legislativos previstos para el 27 de mayo próximo. Antiguos jefes terroristas del GSPC y del GIA (Grupo Islámico Armado), supuestamente arrepentidos y que se han acogido a la política de reconciliación del presidente Buteflika, han sido autorizados a participar en los comicios y a presentarse en listas electorales. Lo que ha creado gran malestar entre la población, sobre todo en los pueblos o barrios donde estos «arrepentidos» dejaron sus tristes marcas de sangre y muerte. «Hay que vincular estos atentados a la detención de los kamikazes de Casablanca», declaró a LA RAZÓN un experto antiterrorista argelino. «Al Qaida Magreb ha querido mostrar que es capaz de lanzar acciones coordinadas a escala regional». Sin embargo, el titular de Interior alauí, Chakib Ben Musa, negó cualquier relación entre los ataques.

Bajas muy importantes

El GSPC ha sufrido la semana pasada bajas muy importantes, cuando unidades del Ejército rodearon a un destacamento terrorista en las montañas de la Cabilia, aniquilando a 14 fanáticos, entre ellos un «emir» y un alto responsable de Al Qaida de nacionalidad tunecina. La Prensa argelina habló de una importante reunión de coordinación que llevaba a cabo en la zona. El jefe del Gobierno, Abdelaziz Beljadem, presumible objetivo de los terroristas, condenó in situ los «traidores» atentados y recordó que Argelia ha optado «por la reconciliación».