Del 29 al 31 de mayo de 1954 tuvo lugar una reunión de globalistas capitalistas en el Hotel Bilderberg de Oosterbeek (Holanda). El hotel -del que recibiría el nombre el selecto Club (que en realidad se llama Bilderberg Group)- era propiedad del príncipe Bernardo de Holanda, uno de los monarcas al frente de una de las casas reales más poderosas y ricas del mundo, y una personalidad muy ligada a los altos círculos financieros y políticos de Occidente y que ocuparía la presidencia del Club Bilderberg hasta 1976. Bilderberg consiste, pues, en ser una agrupación financiera-tecnocrática con pretensiones mundiales que empezaría a rodar gracias a los fondos del plutócrata Victor Rothschild y el liderazgo ideológico y financiero de David Rockefeller (nieto del magnate petrolero de la Standard Oil John Davison Rockefeller).

    Desde su fundación en 1954 se celebran las reuniones anuales del Club. Las familias multimillonarias involucradas en Bilderberg son las familias Agnelli, Carbury, Layton, Shroder y, por supuesto, las ya citadas Rockefeller y Rothschild. Su actual presidente es el francés Henri de La Croix de Castries, presidente y director ejecutivo de AXA, multinacional francesa especializada en el negocio de los seguros.  

    El objetivo de Bilderberg, dentro del contexto de la Guerra Fría, consistía en mejorar las relaciones entre Estados Unidos y Canadá y Europa. Bilderberg era un muro de contención contra el Imperio Soviético, como lo era la Comunidad Económica Europea (la principal criatura de Bilderberg).  

    Normalmente la reunión anual de Bilderberg coincide con el fin de semana en el que se juega la final de la Champions League. Esto es el «pan y circo» de siempre que sirve como entretenimiento para las masas mientras las élites conspiran (conspirar viene de «respirar juntos»).   

    Este 2019 la reunión del aclamado Club se ha llevado a cabo en Montreux (Suiza) del 30 de mayo al 2 de junio, en el lujoso hotel Montreux Palace, donde suelen celebrarse cumbres del G-7 y el G-20. Esta reunión ha sido la 67º edición de tan selecto Club. Allí se han congregado en torno a 130 personas de 23 países, desde políticos influyentes a miembros de la realeza y la aristocracia; así como  financieros, banqueros, académicos y periodistas de medios como Financial Times, The Economist, Bloomberg, The Washington Post, la italiana 7TV o el español Grupo PRISA. Ninguno de estos medios puede difundir lo que en tal reunión se ha cocido.

    Las actas de la conspiración Bilderberg nunca se hacen públicas. El Club Bilderberg se rige por la «Regla de Chatham House», la cual impone a los participantes de la reunión libertad para emplear la información que reciben, pero sin poder revelar ni la identidad ni la afiliación de los oradores ni de ningún otro asistente.

    A la reunión han asistido gente tan relevante y diferente como Eric Schmidt, presidente ejecutivo de Alphabet (la empresa de donde surgió Google); Satya Nadella, director ejecutivo de Microsoft; Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN; Klaus Schwab, presidente del Foro de Davos; Nick Bostrom, presidente del Instituto para el Futuro de la Humanidad de la Universidad de Oxford; José Manuel Durão Barroso, ex presidente de la Comisión Europea y actual presidente de Goldman Sachs International; Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra; Bruno Le Marie, ministro de Finanzas de Francia; Mateo Renzi, primer ministro de Italia; Mark Rutte, primer ministro de Holanda; Timothy Snyder, escritor e historiador y profesor de la Universidad de Yale (la universidad de la logia estadounidense Skull & Bones); o, ¡cómo no!, el eterno Henry Kissinger, el perejil de todas las salsas de las conspiraciones globalistas.

    También han asistido los ministros y secretarios de Defensa de la Unión Europea. Asimismo, asistieron delegados de entidades financieras como Goldman Sachs, Credit Suisse, el fondo de inversión KKR, el Banco de Inglaterra y el Banco Santander. Y también delegados de grandes empresas como AXA (la empresa del presidente del Club), Google, Microsoft, Axel Springer, Linkedln, Ryanair, Total, HSBC, Warner Media y Daimler.    

    También asistieron a la reunión, acompañados por altos oficiales del Pentágono y otros cargos de la NASA, el secretario de Estado de la Administración Trump, Mike Pompeo (sin que figurase en la lista oficial de invitados), y el principal asesor de Trump, su yerno Jared Kushner («president-in-law»). Ni Pompeo ni Kushner son, ni mucho menos, «socios» del selecto Club; y posiblemente fueron a la reunión para «leerle la cartilla» a los globalistas. Tal vez le anunciaron que el juego del New World Order ya se ha acabado. Game over, boys and girls!

    En la reunión se debatieron asuntos tan espinosos como el futuro de la Unión Europea (que sería tanto como hablar del futuro de Bilderberg), el Brexit, el futuro del capitalismo (ni más ni menos), el cambio climático (que, según la periodista sevillana y especialista en el Club Bilderberg Cristina Martín Jiménez, vendría a ser un pretexto para construir una religión mundial: «la religión del imperio Bilderberg»), la ética de la inteligencia artificial, la utilización de las redes sociales y la amenaza cibernética.

    También se habló sobre el control del espacio (con el temor que supone una China ya en la cara oculta de la Luna). Al parecer, quien controle el espacio controlará la Tierra, por lo que la nueva guerra fría también implica una nueva carrera espacial.  

    También se debatió sobre China y Rusia, los dos grandes Imperios que le disputan la hegemonía mundial al Imperio Estadounidense, que siempre lideró la ideología de la Globalización oficial; aunque su actual presidente es un antiglobalista, cosa que desquicia a los idealistas «illuminatis» financieros del «Nuevo Orden Mundial».

    Pero si hay un orden mundial éste ya no es el orden unipolar comandado por los Estados Unidos de los primeros años tras el colapso y derrumbe de la Unión Soviética, sino un orden tripolar en donde Estados Unidos (para más inri, con un presidente que no cree en la globalización) tiene que competir contra una China cada vez con más potencia en el comercio internacional y una Rusia que en algunos aspectos ya supera al gigante yanqui en la maquinaria militar (aunque ambas potencias están en un empate técnico). Este orden tripolar deja en ridículo toda pretensión de «gobierno mundial» tutelado por empresas multinacionales que los globalistas, a través de sus instituciones o «Think Tank» (Bilderberg es sólo uno más), pretenden edificar.

    Pero la Globalización oficial -como supo ver hace tres lustros Gustavo Bueno en su obra La vuelta a la caverna. Terrorismo, guerra y globalización– es simplemente una idea aureolar. Al igual que la Idea de «Humanidad» o «Género Humano», la Idea de globalización es aureolar porque su existencia se postula suponiendo y dando por supuesto su futuro, como si éste ya estuviese en marcha de manera inexorable. Por lo tanto la Idea de globalización no tiene pasado, y sólo puede sostenerse su existencia in fieri (haciéndose) como si en su realidad presente (globalización incoada) se estuviese incubando su realidad futura (globalización cumplida). Otras ideas aureolares en la historia fueron, por ejemplo, en el cristianismo la parousía o en el comunismo el comunismo final del «reino de la libertad» al que se refirió Marx en el libro tres de El Capital.

    El gobierno mundial es sólo una teoría conspiranoica, por metafísica e imposible, dada la pluralidad de la política real y de la geopolítica de nuestro presente en marcha. Los primeros conspiranoicos son los globlalistas, presuntos o más bien pretendientes globócratas incualificados.

    Entre los españoles invitados a tan estrambótica reunión han estado la presidenta del Banco Santander, Ana Patricia Botín, que forma parte del Steering Commitee de Bilderberg (sustituyendo a Juan Luis Cebrián, que estuvo en tal puesto durante más de una década), y por tanto se trata de la delegada del selecto Club en España; el presidente no ejecutivo del consejo de administración y presidente de la comisión delegada del Grupo PRISA, Javier Monzón (que sustituyó en tal puesto precisamente a Cebrián); el líder del Partido Popular, Pablo Casado; y la portavoz de Ciudadanos en el Congreso de los Diputados, Inés Arrimadas.

    Pedro Sánchez asistió a la reunión del Club en 2015, cuando sólo era secretario general del PSOE y líder de la oposición; y desde entonces, pese a enfrentarse a algunos obstáculos, su carrera despegó y hoy es presidente del gobierno de la nación española. ¿Tiene Bilderberg algo que ver con semejante ascenso? En 2016 asistió el eurodiputado por Ciudadanos Luis Garicano, antes de llegar a ser el vicepresidente de la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa (ALDE). ¿Influencias del Club? Albert Rivera estuvo en las reuniones de 2017 y 2018 (y este año declinó la invitación y envío en su lugar a Inés Arrimadas).  En la reunión de 2018 también asistió la entonces vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría (que sustituyó a última hora a Pablo Casado). Sáenz de Santamaría ya fue a la reunión de 2012.  

    ¿A qué han ido Arrimadas y Casado a Bilderberg? ¿A ser examinados por los magnates de la élite globalista para que éstos sepan si aquéllos son aptos para llevar a cabo los planes de su agenda? ¿Consisten los planes del Club Bilderberg para España en formar un gobierno PSOE-Ciudadanos? ¿Acaso Pablo Casado es invitado con el fin de indicarle que facilite semejante pacto? ¿Se le ha ordenado a Arrimadas que presione a Rivera para que pacte con Sánchez? ¿Pretenden los señores de Bilderberg que se realice tal pacto para evitar un parón político en España? ¿Será tal pacto un pacto de investidura o de gobierno? ¿Queda descartado un gobierno PSOE-Podemos con el apoyo de los separatistas en la investidura? Muchas preguntas sin respuestas, mucha intriga y muchos rumores y mucha conspiración, sobre todo conspiración.    

    Al parecer, los planes del Club Bilderberg para España pasan por esa cosa llamada «federalismo». El PSOE y Ciudadanos son dos partidos abiertamente europeístas y federalistas. Aunque con lo de «europeísta» y «federalista» los dirigentes de ambos partidos no tengan muy claro qué quieren decir. Cosa que tampoco parece que tengan clara los mandamases del exclusivo Club.

    También es federalista Podemos (aunque con menos entusiasmo europeísta). Y se rumorea que hasta en la Casa Real se cierne el fantasma del federalismo, y ya se habla de cosas tan extravagantes como «monarquía federal». Pero hemos de insistir en que nadie sabe muy bien qué se quiere dar a entender con «federalismo», y las definiciones de políticos y analistas simpatizantes son vulgares e insustanciales, y vienen a oscurecer más que a poner luz en el asunto.

    No obstante, en Denaes sí tenemos claro que el federalismo en España no es más que un separatismo cortés, porque federar sirve para unificar y no para separar. Pero si España ya está unida, ¿qué pretenden hacer cuando hablan de «federalismo»? Es absurdo y ridículo hablar en un Estado ya unido de «federalismo». En todo caso, el Estado español puede federarse junto a otros Estados de esa cosa llamada «Unión Europea» y formar los «Estados Unidos de Europa».

    Pero Europa es una biocenosis, como muy bien supo ver Gustavo Bueno hace 20 años en su obra España frente a Europa (que se ha reeditado por Pentalfa en este 2019). Luego estos señores ni saben lo que es el federalismo ni saben lo que es Europa, y ni mucho menos saben lo que es España. Una España federal dentro de una Europa federal no es más que un delirio dentro de un delirio.

    Tantas finanzas y tanto poder para semejante chapuza. La miseria de estos señores, a la vista está, no es una miseria material (primogenérica, diríamos desde la ontología del materialismo filosófico). Se trata de una miseria terciogenérica, es decir, una miseria ideológica (o filosófica, la miseria de la filosofía, que decía Marx), o -si se prefiere- una locura objetiva; cuyos finis operis, eso sí, pueden traer la ruina política y económica a nuestra patria. Es decir, no harán de España un Estado federal porque eso es imposible. Lo que sí pueden hacer es mucho daño, destruir la unidad de España o transformarla borrando buena parte de su identidad. ¡Eso sí que lo pueden hacer! ¡O no!

    Debemos ser astutos como serpientes para no ser devorados por estos tiburones; que a su vez pueden ser devorados por asiáticos dragones.  

      Daniel López. Doctor en filosofía.