El proceso de negociación para la formación del nuevo gobierno de la nación española está resultando ser, lo que no es ninguna sorpresa, en extremo complicado, lento y dificultoso. Y de momento es una pura incógnita. ¿Tendremos una reedición de lo que el difunto Rubalcaba bautizó como «Gobierno Frankenstein»? ¿Tendremos una coalición PSOE-Ciudadanos, como se dice que se conspira desde determinados Think Tanks globalistas? ¿Tal vez Ciudadanos e incluso el PP lleguen a un acuerdo de investidura con Sánchez? Si no se da ninguna de estas opciones tendremos otra vez elecciones. Todo por no ir a la investidura «con los deberes hechos», como le ha advertido Pablo Iglesias Turrión al PSOE. Como ha llegado a decir la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, «o construyes o destruyes; o cooperas o te conviertes en un obstáculo».

En Podemos piden un gobierno de coalición «progresista» que sólo podría salir adelante con la abstención o el apoyo de los separatistas (como mínimo con la abstención o el apoyo de Izquierda Republicana de Cataluña). Lo que no sabemos es qué progreso reportaría a la nación española tal gobierno de coalición. Progreso en qué. ¿Tal vez el progreso hacia la defunción de la nación española? ¿Tal vez hacia un federalismo que nadie sabe lo que es, cosa que también implica a Ciudadanos?

Porque la abstención de los separatistas a buen seguro no sería gratis. Tal vez el precio que pidan sea el indulto a los mal llamados «presos políticos». Mucho se habla de esto. Pero no podemos descartar tal cosa. No sería la primera traición del partido del puño y la rosa.

En caso de que se formase tal gobierno de coalición con un ministerio para Podemos (presumiblemente para Turrión) el gobierno tendría un ministro que afirma con total convencimiento, como si se creyesen instalado en la verdad incontestable, que en España hay «presos políticos», esto es, presos que están en la cárcel no por sus acciones sino por el mero hecho de tener determinadas ideas políticas. Eso para Turrión es una «vergüenza» y un «escándalo», así como un «déficit democrático» que sufre nuestra querida patria. Esto recuerda un poco a la famosa escena de Casablanca, y parafraseándola podría decirse: «Qué escándalo. ¡Qué escándalo! He descubierto que en España los sediciosos van a la cárcel».

Así lo ha defendido el líder morado: «No queremos vivir en un país con presos políticos. Nos atacarán por decir esto, pero estamos diciendo la verdad. Mienten los que dicen que lo que ocurrió el 1-O fue peor que el 23-F». Y en realidad fue peor, si descartamos la versión oficial de lo que pasó en 1981 (que parece que el líder podemita asume sin más miramientos; del mismo modo que se cree la infame versión oficial del 11M).

Todavía peor que afirmar que en España hay presos políticos es proponer un referéndum pactado en Cataluña, en el que sólo una parte de los españoles decidiría la unidad o la fragmentación de España. Y eso sólo se puede catalogar como robo y corrupción al por mayor. ¿O es que acaso cabe mayor robo y mayor corrupción que la fragmentación de la patria? ¿Cabe mayor vergüenza y mayor escándalo? ¿Cabe hablar de mayor déficit patriótico?  

Turrión exige a Sánchez un acuerdo para el gobierno de España igual que el que se ha llevado a cabo en la Comunidad Valenciana: el Pacto Botanic II. En caso de que tal pacto se llevase a cabo, ¿no vendría a ser la nación española un Titanic II? Porque el barco se hundiría si entre sus tripulantes hay saboteadores o sospechosos «compañeros de viaje». Aunque también es verdad que las ratas huyen cuando se hunde el barco.

Sánchez, de todos modos, lo tiene claro: «O gobierna el PSOE o gobierna el PSOE: no hay más opciones». Sí es sí. Al César lo que es del César. Porque el resultado electoral del dudoso partido del dudoso doctor no es dudoso: dobla a la segunda fuerza política: el Partido Popular. Luego tendremos a Sánchez como presidente sí o sí. Y si se repiten los comicios no hay que descartar un resultado aún más abultado favorable al partido de la dudosa honradez dudosamente centenaria. Habría que verlo, desde luego, pero no parece que el PSOE pierda ni mucho menos su hegemonía.

El PSOE no ha descartado una abstención de Ciudadanos y PP para la investidura de Sánchez, aunque naranjitos y gaviotas han insistido que, sobre la investidura del doctor, no es no. ¿Podría venir a ser Ciudadanos un partido bisagra como fueron bisagra PNV y CiU para formar gobiernos de PSOE y PP? ¿No sería esto una buena noticia no dependiendo el gobierno de España de los separatistas? La cuestión es que es el PSOE el que no es de fiar, y los otros tampoco.  

Asimismo, desde el PSOE se ha dicho que no descartan el apoyo de ERC para llegar a un acuerdo de investidura. E incluso desde ERC, por boca de su portavoz Rufián, se ha planteado tal posibilidad. Todo se verá si el tiempo lo permite y con permiso de la autoridad.  Y entonces veremos quién es quién y quién hace qué. Y si entre César o nada es nada entonces vamos otra vez a elecciones, lo que aún más puede incrementar nuestras preocupaciones.

 

    Daniel López. Doctor en Filosofía.