Y no estará de más recordar, en este sentido, que la rectificación de tales «aventuras» secesionistas y antiespañolas no representa otra cosa que, simple y llanamente, el mero cumplimiento de las leyes de la Nación política española.
Según palabras del conocido jerifalte peneuvista Íñigo Urkullu en la localidad vizcaína de Zaldívar, el nuevo gobierno vasco cuya sesión de investidura tendrá lugar la semana próxima, no será otra cosa que «una aventura puesta al servicio de los intereses generales de España, no de los vascos». Con tales declaraciones, daba Urkullu nuevamente buena muestra de la estrategia política que ha venido guiando los pasos del Partido Nacionalista Vasco desde su fracaso en las elecciones de marzo, una estrategia consistente en la llamada «deslegitimación» democrática del ejecutivo entrante (un ejecutivo, repárese en esto, que ni siquiera ha sido formado todavía) al resultar este de un acuerdo de legislatura entre el PSE y el PP que, al parecer, habría dejado de lado el «mejor derecho» del partido más votado en las pasadas elecciones autonómicas vascas.
Sin embargo, y aun dejando de lado el hecho de que como también se ha venido recordando últimamente desde el PSOE o desde el PP, el uso de tales «argumentos» por parte del PNV no deja de resultar algo sencillamente repugnante toda vez que semejante deslegitimación estaría dando bazas a las amenazas terroristas de la ETA (con lo que, al cabo, parece que la antigua división del trabajo secesionista entre los que agitan los árboles y los que recogen las nueces estaría reproduciéndose estos días), la primera consideración que desde DENAES nos merecen manifestaciones como las de Urcullu es que, en efecto, el nuevo gabinete de López, sin perjuicio de que en modo alguno pueda ser calificado de «aventura» y menos por el representante de un partido político que ha auspiciado y auspicia planes y programas ilegales, se caracterizará, eso sí, por mantener un curso político al servicio de los intereses de España. Intereses cuya satisfacción requiere sobre todo, en el presente contexto, una ingente labor rectificadora de las «aventuras» entre mesiánicas y sediciosas puestas a punto durante los últimos diez años por Urkullu y sus muchachos. Entre otras muchas que podrían citarse: persecución de la lengua española en la educación pública y privada, colaboración objetiva con la ETA desde numerosas instituciones, presencia de mapas del tiempo no coordinables en Euskal Telebista, proyectos de referendo separatistas, ausencias ilegales de la bandera nacional en edificios públicos, etc.
Y no estará de más recordar, en este sentido, que la rectificación de tales «aventuras» secesionistas y antiespañolas no representa otra cosa que, simple y llanamente, el mero cumplimiento de las leyes de la Nación política española.
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA