No le falta razón a Espot, pues su proceder, impensable en cualquier otra nación de nuestro entorno, está avalado por un poder regional que, bajo el amparo del actual Gobierno o de aquel que coyunturalmente precise del apoyo de partidos que explícitamente afirman buscar la desmembración nacional, da los frutos deseados gracias a unas leyes elaborados a la medida de los intereses de una casta antiespañola

Santiago Espot
Se llama Santiago Espot y es presidente de Catalunya Acció, organización sediciosa que durante 2009 consiguió multar a 3.000 españoles por el terrible delito de rotular en la lengua de Cervantes sus comercios radicados en Cataluña.
Este sujeto, ejemplar subproducto del independentismo catalán, individuo ávido de las subvenciones que a tales fines dirigen los organismos catalanes con el único fin de destruir la unidad de España para dar paso a los fantasmagóricos Países Catalanes, lejos de avergonzarse por su condición de chivato útil, se ufana de su gesta y señala con claridad de dónde procede la fuerza que le ha llevado a tan repugnante conducta: las leyes catalanas amparan sus hechos.
No le falta razón a Espot, pues su proceder, impensable en cualquier otra nación de nuestro entorno, está avalado por un poder regional que, bajo el amparo del actual Gobierno o de aquel que coyunturalmente precise del apoyo de partidos que explícitamente afirman buscar la desmembración nacional, da los frutos deseados gracias a unas leyes elaborados a la medida de los intereses de una casta antiespañola, a la cual se suman miserables de la talla del mentado chivato.
Frente al ejemplo anteriormente señalado, podemos contraponer la figura del balear Jorge Campos, presidente de Círculo Balear, plataforma cívica que, junto a otras que operan en diversas regiones españolas, como es el caso de Galicia Bilingüe, tratan de poner freno al proceso de extirpación del idioma común de los españoles. Ha sido precisamente Campos, quien se desvela por luchar contra una ley lingüística impulsada por Jaime Matas, el encargado de alertar ante lo que se percibe ya como un nuevo peligro para la Nación.
Frente a las encuestas que, a día de hoy, parecen dar como futuro presidente del Gobierno a Rajoy, Campos ha manifestado su temor ante las políticas que un PP que ya acaricia el pacto con los nacionalistas, pueda desarrollar, temor que compartimos en DENAES.
En efecto, si desde esta Fundación hemos abogado por un Gobierno de concentración de los principales partidos políticos, no es menos cierto que lo hemos hecho suponiéndoles a los mismos, una clara intención de forjar una alianza que refuerce a la Nación, deseo que parece confundirse con un puro voluntarismo, máxime cuando ayer conocíamos la noticia según la cual, PP y CiU –-para desgracia de notarios preelectorales que ya no podrán certificar, como hicieron hace cuatro años, la renuncia por escrito a este matrimonio contra natura– habrían emprendido «discretas» conversaciones cuyo objetivo parece orientarse a futuras colaboraciones. Tan discretas como las maniobras de Espot, la unión de un partido que se reclama nacional y otro que se funda para destruir tal nación, no puede sino augurar nuevos problemas para España.
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA